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Origen y etimología de los agotes



   Pero es tiempo de volver a los cagots, o más bien a los colonos españoles que creemos que son el origen de los primeros. Acabamos de ver que en el Sureste de Francia encontraron como una segunda patria y que además el rumor de arrianismo que circulaba a su cuenta no podría perjudicarlos en nada en esta parte de nuestro país, donde la tolerancia era más grande que en cualquier otro lugar. Debieron por tanto fundirse pronto entre la masa de la población de esta región, llevando la semilla de la herejía  que se desarrolló más tarde, si no la había dejado ya la larga estancia de los godos en Septimania y Provenza. Sabemos bien que dos siglos antes del primer establecimiento de los emigrantes españoles en nuestro país, el rey Recaredo I había pasado del arrianismo al catolicismo y determinado por su conversión aquella de la mayor parte de sus súbditos visigodos (S. Greg. Turon., lib. II , cap. 15, lib. XI, cap. 8.- "El Arte de
Verificar las Fechas", 2ª edición, t. 1, p. 781, col. 1); pero la herejía arriana no debió extinguirse por ello en España y la parte de la Galia ocupada por los godos: valdría tanto como decir que la conversión de Enrique VIII extingue completamente el catolicismo en Inglaterra. Lo que hay de cierto es que entre los heréticos que más tarde recibieron el nombre de Albigenses, se encontraban arrianos: Guillaume de Puy-Laurent, capellán de Raimundo VII conde de Toulouse, lo afirmó positivamente ("En efecto durmiendo aquellos que debían velar, el viejo enemigo introdujo secretamente en estes países miserables hombres, hijos de la perdición, teniendo en verdad apariencia de piedad, mas abjurando en el fondo de la esencia de virtud; de los cuales los discursos, como un chancro que pasa de prójimo a prójimo , infectaron y sedujeron a un gran número, en tanto que nadie se mantenía en la muralla para oponerse, a favor de la fe, al que la asaltaba, los herejes tiraron tan buen partido de sus esfuerzos, que empezaron  a tener por los barrios y poblados lugares donde  albergarse, campos , viñas y amplias mansiones donde predicaban públicamente y preconizaban herejías a sus adeptos. Los había  que eran arrianos, otros maniqueos, otros incluso valdenses o lyonenses ; los cuales, aunque disidían entre sí , conspiraban todos  sin embargo, por la ruina de las almas contra la fe católica (y disputaban estes valdenses muy sutilmente con los otros ; de donde viene que  en odio a los otros fuesen admitidos estes por los clérigos imbéciles); de manera que toda esta tierra , reprobada como estaba, y toda presa de la maldición, no daba más que espinas y cardos, secuestradores y carreteros, ladrones , homicidas, adúlteros y usureros manifiestos." "Guillelmi de Podio Laurentii Historia Albigensium", prologus, (Recopilatorio de historiadores de las Galias y Francia, t XIX, p. 193 D.).
"... El país estaba lleno de arrianos, maniqueos, herejes y valdenses [N.T: En nota se incluye: " San Bernardo en su epístola 224 dirigida a Alfonso, conde de Toulouse, hace una sombría y elocuente descripción de los desórdenes religiosos del Sur y del triste estado de las conciencias: <<las iglesias, dice el, están sin sacerdotes; los sacerdotes no tienen el respeto que se les debe ; los cristianos reniegan a Cristo, y sus templos pasan por sinagogas. Se desconoce la santidad del santuario de Dios, y los sacramentos no son considerados sagrados. Los días de fiesta pasan sin solemnidad; los hombres mueren en sus iniquidades y sus almas son llevadas ante el temible tribunal sin ser reconciliadas con el Señor por la penitencia y ser proveídas del Santo Viático. Los niños de los cristianos ya no aprenden a conocer a Cristo y no se les deja marchar por la vía de lo sano.>>]
". Idem , cap VIII (Ibídem, p. 200 A.)); y por poco partido que tiremos de la oscuridad del primero de los pasajes que citamos en nota, se podría señalar una alusión directa al establecimiento de los refugiados españoles en el Sur de las Galias, y hacer pesar sobre ellos la acusación de haber importado la heterodoxia. Pero tal manera de proceder nos es extraña y nos limitaremos a mostrar el escrito de Guillaume de Puy-Laurent , tal cual es, a las conjeturas de los sabios. Para ellos es el decidir hasta que punto hay que asimilar los emigrados de más allá de los Pirineos y los "Crestiens" que de ellos descenderían, a los "Buenos-hombres", a los "Bononiens" o "Bonosiens", a los "Lionenses" o "Valdenses" y a los "Maniqueos", que más tarde fueron designados con el nombre común de Albigenses, bajo el cual adquirieron triste notoriedad en la historia ( Los Benedictinos acusaban de haber dado nacimiento a la herejía de los Albigenses a una mujer venida de Italia que llevó el maniqueísmo a Orléans, luego propagado en varias provincias de Francia, sobre todo en Aquitania y región de Toulouse. El rey Roberto hizo reunir en el 1022, en Orléans, un concilio a raíz del cual se erigieron las hogueras en Francia. Véase la "Historia general del Languedoc", libro XIII, cap. 74, t.II, p. 155, 156; libro XVI, c. 59, p. 383,384. Véase también, respecto a la herejía de los Enriquistas [N.T:Seguidores del eremita Enrique de Toulouse, que, en el siglo XII, se mostraba partidario de no construir templos, destruir los ya erigidos, romper las cruces etc. "Précis curieux des hérésies qui ont le plus alarmé l'Église...", París, 1840, p.101. Véase también un interesante resumen de herejías en "La perpétuité de la foi de l'Eglise catholique touchant l'eucharistie ..." Antoine Arnauld, París, 1781, p. 425, 426], que se propagó en la región de Toulousse y limítrofes por la misma época, libro XVII, c. 74, p. 443-447). No hay que olvidar, sin embargo, que, en su requerimiento al papa , los cagots se decían descendientes de estes herejes, haciéndose así portavoces de una tradición que debía ser popular entre ellos y que no podía ser totalmente falsa.


   Es tiempo de reentrar en nuestro sujeto, que estamos lejos de haber agotado. Además de la señal que los antiguos cagots estaban obligados a llevar sobre sus vestidos, fueron sin duda condenados a llevar los cabellos rasurados (ver en notas, en este libro, el término "perluta" en  Estudios y reportes sobre los agotes hasta el siglo XVIII), como lo fueron luego los moros en Cataluña, según la ordenanza de los estados reunidos en Lleida en 1301: al menos es lo que encontramos en el pasaje de d'Oihenart, donde se dice que los cagots llamaban a los vascos "velus" o "chevelus" ( Ver Informes en el siglo XIX (1), en este libro, en nota sobre error de du Mège ). En cuanto a la intención de esta ordenanza no se puede ver en ella más que la voluntad de perpetuar una degradación a la vista, puede que incluso de rebajar a sus propios ojos a aquellos a quienes alcanzaba. Veamos hasta que punto una medida tal podría producir este efecto en los refugiados.


   Para comenzar por los Godos, que verosímilmente formaban la mayor parte de su número, sabemos que a ejemplo de los Escitas de los que descendían ("...Sacándote de la clase de los torpes animales y poniéndote a la par de Dios. Por qué, pregunto, favoreces y practicas tu fortaleza corporal? La naturaleza ha dado mayor fuerza al ganado y a las bestias salvajes. Por qué cultivar tu belleza? A pesar de todos tus esfuerzos los torpes animales te sobrepasan en gracia. Por qué atiendes a tu cabello con atención sin fin? Aunque lo dejes a lo parto, o lo ates al estilo germano, o, como hacen los escitas, lo dejes libre, verás melenas de mayor grosor luciendo en cualquier caballo que elijas, y más bellas saliendo de la cerviz de cualquier león. Y aún entrenándote para ser veloz, no serás competidor para una liebre. No deseas abandonar todos esos detalles ( en los que debes reconocer el fracaso, esforzándote como haces para algo que no está en ti mismo) y volver a lo bueno que es realmente tuyo?.
   Y que es eso bueno? Lo es una mente clara e intachable, que rivaliza con la de Dios, elevada más allá de cuestiones perecederas...
" Lucio Anneo Séneca, carta a Lucilio 124, final.
) de ciertos tracios ("...Tracios llamados acrocomas que llevaban el cabello largo por delante...". Lodovici Caelii Rhodigini Lectionum antiquarum, Libro XXX, Basilea 1566; lib. VII, pág. 258), de los Francos, Burgundios y otros pueblos germánicos, llevaban larga cabellera. Sidonio Apolinar, que nos ha transmitido en la persona de Teodorico, rey de los visigodos, detalles curiosos y plenos de interés, nos enseña que, siguiendo la costumbre de su nación, este príncipe tenía las orejas recubiertas de largas mechas de cabello (
"....Cuando cierra sus párpados las pestañas llegan hasta la mitad de sus mejillas. Las puntas de sus orejas, según costumbre de su nación, están ocultas por mechones de pelo peinados sobre ellas". C. S. Apoll. Sidonii Epistolarum Lib 1, epist II); en otro sitio designa al pueblo godo con la palabra "crinitum" [N.T: velludo] (Lib. Epist.III, epístola III). Claudien da a los viejos del ejército de Alarico el epíteto de "crinigeri" ("Los nobles de los getas de largas crines se sentaron en concilio..." . Cl. Claudiani de bello Getico Liber , V. 481) y Prudencio menciona la cabellera de estes bárbaros como uno de sus  atributos distintivos ("...non armis , veste, comisque, Ignotus capta passim vagus erret in urbe. Transalpina meam rapiens in vincula pubem." Aurelio Prudencio contra Simaco. Libro II v. 692. 
   Isidoro de Sevilla es aún más explícito en el siguiente pasaje:
"Nonnullae etiam gentes non solum in vestibus, sed in corpore aliqua sibi propria , quasi insignia vindicant , ut videmus cirros Germanorum, granos  et cinnaba Gothorum".
 Isidoro Hispalense, Orígenes, XIX, 28. Por la palabra "cirros" el padre Sirmond , que reporta este pasaje en sus notas sobre Apolinario Sidonio (París, 1614, p. 13), entiende los cabellos trenzados, -in nodum coactos-; y por "granos" las trenzas en sí.).


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