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Opiniones sobre el origen de los cagots, parte 3

 Pierre de Marca prosigue así: "Habiendo rebuscado el origen de la imputación de lepra y del olor de los Gezitanos o Cagots, en la raza de los Sarracenos; debemos derivar de la misma fuente, la marca del pie de ganso o pato que estaban obligados a llevar antiguamente ... Porque como el remedio mejor y más saludable, que propone El Corán para purgar los pecados, consiste en los lavados de todo el cuerpo, o de una de sus partes, que los Mahometanos practican siete veces, o por lo menos tres cada día, no se puede conservar la memoria de la superstición sarracena de un modo mejor que por el pie de ganso, que es un animal que se complace en nadar ordinariamente en las aguas". De nuevo rindo homenaje a la imaginación del sabio prelado, tanto más voluntariamente cuanto es ella quien hizo todos los aportes en esta explicación del signo por el que se reconocía a los cagots. Pero antes de buscar el significado del pie de ganso o pato, hubiera debido, me parece, verificar si esta designación era correcta, y no se hacía eco de los fallos del Parlamento de Burdeos (Esta observación se dirige igualmente a le Duchat, que ha dado a la marca de los capots otra explicación. Se les obligaba antiguamente, dijo él, a llevarla sobre sus vestidos " porque se les tenía por igualmente (como los Valdenses) infectados de lepra y herejía; y por esta marca se les exhortaba tácitamente a recurrir a las aguas de la gracia y lavarse y relavarse sin cesar, como hacen los patos" (Obras del Maestro François Rabelais , edición de Amsterdam, 1741, tomo I, pág. 266, nota 27)).

 Para representar un pie de ganso en un vestido, sin ayudarse del dibujo ni del bordado, que los reglamentos no hubieran podido exigir a los cagots, dada su pobreza, hacía falta al menos emplear tela amarilla. Luego, aunque ni de Marca ni ningún otro autor nos muestre el color del símbolo por el que se reconocía a estes desdichados en Béarn, todo dice que no era el amarillo, dado que era destinado a los judíos ("Puesto que queremos que los judíos puedan ser diferenciados y conocidos por los cristianos, os mandamos....imponer a todos y cada uno de los judíos de cualquier sexo sean, una rotam de fieltro amarillo azafrán en la parte superior de pecho y espalda , para su reconocimiento, con diámetro de 4 dedos, como la concavidad contenida en una palma" carta de Alfonso, conde de Poitiers año de 1269, según Du Cange, Glos. ad scriptores med. et inf. Latinit ; t. III , col. 1566. Dicha ordenanza fue reproducida por Luis IX, el mismo año y en los mismo términos, véanse las Ordenanzas de los reyes de Francia de la 3ª raza, tomo I pág. 294. Felipe III, no se sabe en que año, emitió una ordenanza para hacer cumplir aquella de su padre, pág. 312 del mismo recopilatorio )  , con los cuales el vulgo no los confundía nunca, sino el rojo, como en el Labourd y el país de Soule, como en Marmande y en Burdeos, donde los gahets, como vimos antes, portaban una "enseña de tela roja del tamaño de un gran blanco". En muchos casos sería perder el tiempo el averiguar por qué el empleo de un color ha estado prescrito en vez de algún otro, porque muy a menudo los que tomaban estas decisiones no querían recordar nada, ni buscaban alusión alguna. Los magistrados tenían por objetivo hacer visible la suposición de lepra  que se asociaba a los cagots, y lo hicieron ordenando llevar "cosido y bien fijado a la altura del pecho y en lugar descubierto y aparente" un trapo de la tela que los leprosos usaban en su manto ("Dicho día (30 de Agosto de 1520), fue también establecido por dichos señores que monseñor preboste hará diligencia de encontrar un tal Jaquenau, pastelero, que se dice es leproso; traerlo inmediatamente para probarlo." Registros del Jurado, conservados en la alcaldía de Burdeos; colección de 1521, folio 9.
 "A día de hoy 10 de Septiembre de 1520, estando monseñores los sub-alcaldes preboste Valier, Ramon Coibo, Jossait, Leisné, Menon y du Casse, reunidos en la alcaldía, se ha hecho traer a los señores médicos y barberos de la ciudad para probar al llamado Jaquenault, al que han acusado de estar manchado de lepra. Tales pruebas hechas como tal caso requiere, dichos señores luego de hecha la relación de dichos médicos y barberos de que dicho Jaquenault es leproso, le han manifestado que llevará una capa roja con las tablillas y guantes e iría llevado por Agoullis le Basque sargento de la alcaldía , adonde tales enfermos suelen ser llevados" Ibídem, folio 12
). Si ahora preguntamos por qué se había adoptado para los leprosos el color rojo, la respuesta es fácil: para verlos de más lejos.


 Lo que pudo contribuir a consolidar la opinión que da a los cagots los musulmanes por ancestros, es que los que asolaron Aquitania  en el 732 y que particularmente quemaron y saquearon la ciudad de Burdeos, habían venido a esta provincia, según informa un autor casi contemporáneo, con la intención de establecerse allí y que con ese fin habían traído a sus mujeres y niños ("Luego de pasados diez años con mujeres e hijos viniendo (sarracenos) a Aquitania, provincia de Galia, eran como habitantes de hecho" Pauli Warnefridi de gestis Langobardorum, Leyden  libro VI, cap. 46, p. 248 ); pero ello prueba todo lo más que los musulmanes no se esperaban un revés. Batidos por Carlos Martel, los restos del ejército de Abderraman debieron retirarse por los montes, porque no se puede suponer razonablemente que los Árabes  no hubieran conservado los pasajes ni hecho alguna disposición militar en Aquitania. "No podemos creer, dice el Sr. du Mége, tal imprevisión por parte de un ejército de invasión, que debía asegurar sus costados y su retaguardia, preparando su línea de retirada para el caso muy probable de un violento fracaso. Los Árabes eran ,además, dueños del lado meridional de las montañas que nos separan de la Península y los habitantes de Aquitania , apostados en los pasajes, no habría podido resistir el ataque simultáneo de las tropas supervivientes de la espada de Carlos Martel y de aquellas que desde España, fueran enviadas en su socorro "  (Estadística general de los departamentos de Pirineos, t. II, p. 194).

 Son los cagots, como decía el abad Venuti, los descendientes de aquellos primeros cristianos que salieron de las provincias de Guienne, de Navarra, de Bearn y del Languedoc, para emprender el peregrinaje de Tierra Santa antes y después de la célebre época de las cruzadas de Occidente? No, y como el autor de esta hipótesis no la apoya sobre ninguna prueba, no nos detendremos en combatirla. Venuti  parece haber estado animado a adoptarla, por la convicción que tenía de que los primeros cagots estaban afectados de lepra, lo que no se funda sobre ningún testimonio, y no halló otros medios para explicar la presencia de esta enfermedad entre estos desdichados que suponer que la habían traído de Oriente. " Es de estos países, dice el, que estes devotos cristianos la trajeron a Europa, donde la hicieron por lo menos más frecuente y conocida". Sabemos que autoridades muy respetables atribuyeron a los peregrinajes la introducción de la lepra en Europa, y su recrudecimiento en las Cruzadas; pero nosotros no pensamos que sea así (Hay un texto de donde se deduce claramente que un gran número de peregrinajes a Tierra Santa eran emprendidos por los leprosos galos que esperaban encontrar en las aguas del Jordán, lavándose siete veces como Naaman, la curación de su enfermedad. Véase el libro I del tratado de la Gloria de los Mártires, de Gregorio de Tours, cap. XIX). Por no hablar de que en nuestro país , los más viejos documentos de nuestra historia tienen multitud de pasajes que prueban sin duda que desde los tiempos más lejanos de nuestros anales, había gran número de leprosos y hospitales exclusivamente dedicados a su uso. Gregorio de Tours habla frecuentemente de unos y otros  y ya antes del fin del siglo VI, los concilios habían dirigido repetidas veces su atención a estes infortunados. Uno de los cánones del quinto concilio de Orléans, renovado en parte en el tercer concilio de Lyon, los recomendaba a la atención especial de los obispos. Finalmente, en el siglo VIII, su estado atrajo las miradas de Pipino el breve, hasta el punto de que este príncipe emitió a este respecto un reglamento que hace parte del capitular de Compiègne. Más tarde, Carlomagno se ocupó de ellos en un ordenamiento; y por muy lacónico que sea el texto que muestra este hecho, resulta de él, no obstante, que los leprosos eran ya bastante numerosos, como para alarmar al monarca respecto a la salubridad pública.

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