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Capítulo IV, parte 2


Veamos ahora si la historia autoriza a creer que los cagots sean los descendientes de los godos que se establecieron en una parte del Sur de Francia.

En el curso del año 416 de Jesucristo, o comienzos del 417, Wallia , jefe de los visigodos, concluyó con el patricio Constancio, general de Honorio, un tratado  por el cual se comprometía, entre otras cosas, a combatir a los Alanos, los Vándalos, los Silingos y los Suevos, que habían conquistado España. Luego de haberlos batido en varios encuentros, se radicó en las Galias, en el 418, para ocupar la Aquitania segunda y las tierras que le habían sido donadas por el emperador, estableciendo su residencia en la ciudad de Toulousse (Historia de la Galia meridional bajo la dominación de los conquistadores germanos, por el Sr. Fauriel, París, 1836, págs: 140-142). Por vecino que fuese el Bearn de esta nueva capital, no parece que estuviera comprendido en esta cesión y P. de Marca piensa que hizo parte del imperio en la época de Eurico, sucesor de Wallia, en forma de conquista por el año 471 (Historia de Bearn, pág 64) . Sea como fuere, los godos no fueron los señores largo tiempo; porque Clovis había tomado la resolución de apoderarse de una parte de los estados de Alarico II, siguiendo una guerra, que terminó la batalla de Vouillé, donde el rey de los francos mató por su propia mano al de los godos. Con él se extinguió la dominación de este pueblo en las Galias y las provincias que ocupaba pasaron a poder del vencedor (Greg. Turon. Historie eccles. Franc., libII, cap 37).

El Bearn había sido una de las últimas conquistas de los godos, "debemos presumir (dijo Palassou, a quien creemos que se debe  citar, a pesar de lo incorrecto de su estilo) que el tiempo que pasó después, hasta la derrota del ejército de Alarico, es decir el intervalo de 35 años , pudo bastar para los numerosos establecimientos de la casta a la cual ellos habrían dado origen?. Esta posibilidad no es difícil de concebir , cuando se recuerda que el reino de Eurico que quería sacar provecho de los restos del Imperio, no fue lo bastante apacible para dejarles a los godos el tiempo de contraer en Bearn las alianzas que sólo la paz puede favorecer, que los godos, que nacían todos soldados, debieron estar por consiguiente, ocupados sin cesar en servir los proyectos de este principe...?Alarico su hijo, que le sucedió, fue, lo convengo, un príncipe más pacífico; pero debía conservar vastos estados amenazados continuamente; y para lograrlo, no parecía exigir la prudencia mantener a los godos reunidos bajo sus banderas?. No parece verosímil que esta nación belicosa, que no se ocupaba ni de las artes, ni de las ciencias, ni del cultivo de la tierra, hubiera formado los establecimientos a los cuales se atribuye el origen de los cagots. Podemos decir más o menos lo mismo en relación a aquellos que están distribuídos en otras comarcas de Novempopulanie."
"Incluso suponiendo que los godos se radicaran en Bearn y provincias adyacentes, debemos creer que se obstinaron, luego de la victoria obtenida por Clovis en las planicies del Poitou, en no abandonar la nueva patria que habían adoptado, cuando, certificados de los motivos que habían hecho tomar las armas a los francos, se exponían a verse exterminados como enemigos de Jesucristo? La vía a España estaba abierta. Dueños de los pasos de los Pirineos, habrían huido hacia una comarca que, reducida bajo su poder, les ofrecía un refugio"(Memorial de Palassou, págs 338 y 339). 

Los godos de Alarico que no perecieron en Vouillé, no son pues en absoluto los primeros cagots. Veamos ahora si serán los árabes a quienes P. de Marca y otros autores suponen haberse quedado en Gascuña luego que Carlos Martel  hubiera deshecho a Abderramán. Primero, nada en la constitución física de los cagots indica una descendencia tal, que , de seguro, habría impreso sobre sus rasgos un sello característico y perdurable; luego, las razones que P. de Marca hace valer en favor de esta opinión no son más que especiosas y no tienen ningún fundamento sólido. "Se les dejó la vida, dice el historiador del Béarn, en favor de su conversión a la religión cristiana, de donde toman el nombre de "chrestiens"". La última parte de esta proposición es falsa, como no tardaremos en demostrar. Pero continuemos el examen de las pruebas con las que P. de Marca sostiene la tesis que combatimos. El sostiene que la suposición de lepra se unió a los cagots, porque los Árabes, de los que él cree que salieron, eran originarios de Siria, donde la lepra era endémica, y donde había nacido Naaman a quien Eliseo curó de esta enfermedad, y Giezi, servidor infiel a quien el profeta afectó con el anatema y a su descendencia( "La lepra de Naaman será contigo y tu simiente siempre por generaciones sempiternas..." ). Esta explicación es ingeniosa, pero sólo eso; nada nos prueba que los aquitanos hubieran considerado como venidos de Siria a los invasores que marchaban bajo el estandarte del Islamismo y que, en realidad, no contaban solamente con árabes en sus filas, sino también con bereberes y hasta hombres de origen germánico y eslavo  ( Invasiones de los sarracenos en Francia....M. Reinaud, págs 232 y 233 ). Para los pueblos de las provincias pirenaicas las hordas que se arrojaron sobre ellos en el siglo octavo eran sarracenos, esto es, paganos, venidos de  España y los cristianos expuestos a sus ataques se ocuparon en primer lugar, podemos creerlo, en resistirlos y seguidamente a reparar los daños que ellos les habían causado, más que en darse cuenta de donde emanaba la autoridad de los generales sarracenos y de los emires que mandaban en África y España.  Si los cagots fueron llamados "Gezitanos" esto debe haber sido sólo muchos años más tarde, no con el fin de impedir que una importante tradición se alterase, sino a consecuencia de un error ( En efecto esta palabra, que no encontré en ningún documento antiguo, me parece ser simplemente la palabra española "Gitano" afrancesada y aumentada. Se sabe que "Gitano" es la contracción de "Egipciano" ) y de la aserción de un pasante bearnés que, armado de la Santa Escritura y lleno de confianza en el cumplimiento de las profecías, había creído descubrir la raza de Giezi en los cagots, de los cuales no podía explicar de otro modo su estado miserable. El descubrimiento del pasante habría sido tanto mejor acogido y propagado por el clero en cuanto aportaba una prueba más de la procedencia divina de los libros santos además de que probablemente, en la época en que tuvo lugar, ya circulaban las versiones más contradictorias  con respecto al origen de los cagots; obtuvo tanto más éxito entre las masas que, por otro lado, no consideraban sino que él satisfacía el deseo de saber que se halla desarrollado sólo hasta cierto punto entre ellos y que legitimaba la proscripción que su educación les había enseñado a hacer pesar sobre estes infortunados. Bajo esta circunstancia, la opinión emitida por la ciencia vino a contrapesar, incluso entre la gente, la tradición popular que designaba a los cagots como los descendientes de las gentes de Alarico; en otros casos se vió a esta última fuente de conocimientos desaparecer bajo una capa de sabiduría, que, a su vez, tomaba la fisonomía tradicional.

P. de Marca, hizo observar que siempre se reprochó a los sarracenos, como a los cagots, el olor infecto que exhalaban, "Lo que es tan cierto, dijo él, que ellos pensaban que este mal olor no podía quitárseles sino por medio del bautismo de los cristianos, al cual para este efecto estes agarenos o sarracenos presentaban sus infantes, según su antigua costumbre..., cuya costumbre tienen los turcos aún a día de hoy". Fundada o no, ésta acusación no prueba que los cagots desciendan de los árabes; porque también fue llevada contra bastantes otros pueblos, entre otros contra los Judíos y los Lombardos como hace notar P. de Marca mismo (Véanse los epigramas de Marcial, libro IV, epigrama IVAmmien Marcelin, lib. XXII, cap. V; Itinerario de Rutilius Numatianus, libr. I, v. 387; Fortunato, libr. V; y sobre todo una nota del R. P. Christophe Brower, al final de las obras de éste último poeta, edición de Mayence, Balthasar Lippius, 1403, in-4 pág 138 -143.
    Por lo demás , los judíos nos han devuelto esas imputaciones: porque, según los rabinos, la serpiente había extendido sobre Eva y su descendencia una pestilencia de la cual sólo los hijos de Israel estaban exentos. Véase el Talmud de Babilonia, tratado "Yebamóth" (del levirato) [N.T: Parte de la ley mosaica], cap. 12, fol. 103 verso, donde se lee: " El Rabino Johanan dijo: En el momento en que la serpiente aborda a Eva, lanza sobre ella una mancha [N.T: En el original "soillure", puede ser mancha, mancilla o deshonra]. En cuanto a los Israelitas que no estuvieron presentes en el Monte Sinaí , su mancha ha desaparecido; pero la mancha de las (otras) naciones que no han estado presentes en el monte Sinaí no ha desaparecido".
    Se refleja la misma tradición en otros dos pasajes del Talmud:
tratado Schabbath (del Sabat), cap 22 y tratado Abodà Zarâ ( de la idolatría), cap. 2; igualmente en el libro cabalístico "Zohar", edición de Amsterdam, tomo I, fol. 126. 
     Hay que decir además que los rabinos toman este pasaje talmúdico en sentido figurado, así como otros pasajes de la misma naturaleza; pretenden que se hace alusión a la mancha moral, es decir, a las pasiones humanas que la ley mosaica proclamada en el Monte Sinaí debía hacer desaparecer. El célebre M. Maimónides en su "Moré Nebouchim" (guía de extraviados) segunda parte, cap. 30, explicando el sentido esotérico de varias tradiciones del Génesis, se expresa así (cito la traducción latina de Buxtorf "Doctor perplexorum", p. 281):  "Ex dictis autem maximé admirandis, et secundum literam paradoxis ac absurdis est et hoc; (sed si solidé unc librum intellexeris , admiraberis, quanta sapientia in illo lateat, et quam eleganter cum natura hujus Universitatis  consentiat): Ex quo serpens venit ad Evam, humorem vel sordes projecit in Evam (lis. eam): Israelitis, qui steterunt in monte Sinaí, sordes illae absterguntur. Animum  igitur intende et ad istud."). En una ocasión , de la que Paul Diacre hizo mención , uno de los hijos de Turisendo, rey de los gépidos, comparaba a éstos con las yeguas malolientes ("Alboino, tras ser escuchados por su padre, tomando solamente cuarenta mozos consigo, fue junto a Turisendo, rey de los Gépidos, con quienes entablara guerra hacía tiempo, y le dió a conocer la causa por la que fuera. Éste, oyéndolo, lo invitó con benevolencia a su convite, colocándolo a su diestra, donde en otro tiempo acostumbraba sentar a su hijo Turismundo. Mientras tomaban los manjares de diferente preparación, Turisendo hacía largo tiempo que removía en su mente el asiento de su hijo, volvía el funeral de su hijo a su ánimo, viendo presente a su asesino sentado en su lugar y, exhalando grandes suspiros, no pudo contenerse más y su dolor prorrumpió en voz alta: "Amable, dijo, me es este lugar, pero la persona que se sienta en él, bastante duro me es de ver". Entonces otro hijo del rey, excitado por las palabras de su padre, comenzó a injuriar a los Lombardos, hablando de como hacían uso de bandas blancas en sus piernas como las manchas blancas en las patas de las yeguas, diciendo además: " Malolientes son las yeguas preñadas a las que sois semejantes". Entonces uno de los Lombardos le respondió así: "Vé al campo Asfeld, donde sin duda podrás experimentar que tan válidas son estas a las que llamas yeguas; sobresalen en cocear, allí verás también dónde se esparcieron los huesos de tu hermano, como los cansados bueyes están en el medio del campo". Oídas estas palabras, los Gépidos , no pudiendo vencer la confusión, se airaron vehementemente, esforzándose en responder injurias en contra , todos echaron mano a los cintos de sus espadas. Entonces el rey , saliendo de la mesa, se colocó en medio deteniendo a los suyos en la ira y belicosidad, diciendo que sería castigado el que primero trabara la lucha y que la victoria no complacía a Dios cuando alguien mata a su enemigo siendo su huésped. Así finalmente, hizo tanto por reportarlos de su ira que la fiesta continuó con ánimo más alegre incluso en el resto del convite. Tomando Turisendo las armas de su hijo Turismundo las dió a Alboino, enviándolo de vuelta sano y salvo al reino de su pueblo con la paz. De vuelta junto a su padre, Alboino contó sus vivencias. Mientras gozaba en su mesa los deleites reales, contaba detalladamente lo que le sucediera junto al rey de los Gépidos en el reino de Turisendo. No sabiendo los presentes que admirar más, si la audacia de Alboino o la buena fe de Turisendo..."
Pauli Warnefridi "De Gestis Langobardorum libri " VI, libro I, cap. 24, Lyon, 1595, in-8 , págs. 28-30. El autor de esta edición, así como Muratori, escriben este pasaje :"Foetulae sunt equae quas similatis". Pero éste último pone en nota  a "faetulae" : "Amb. et Mod. foetidae sunt, inquit equae, quas simulatis. Lind faetiles". Véase el "Rerum Italicum scriptores", T. I, parte I, pág 420, Milán, 1722).

    En otra , en el 770, el papa Etienne, sabida la nueva del matrimonio de Carlomagno con Berta, hija del rey Didier, le escribió , así como a su hermano Carloman, para que no lo consumara so pena de excomunión, tanto porque su padre el rey les había ya comprometido con otras hijas ilustres de Francia, como por no manchar, decía el, la muy noble sangre de los francos, que destacaba por encima de todas las demás, con la muy pérfida y maloliente nación de los Lombardos, de donde la raza de los leprosos tenía su origen ciertamente ("... vuestro famoso pueblo de los Francos, que sobresale por encima de todos los pueblos, que tan espléndida y nobilísima prole de vuestro regio poder, sea manchada por la pérfida prole de los Lombardos que ni siquiera debe ser computada entre las gentes y de cuya nación se sabe de cierto que se originan los leprosos ? Nadie con la mente clara puede dudar en evitar un contagio semejante. Qué sociedad tiene a la luz junto a las sombras o al fiel con el infiel? "[ N.T: Aquí, como en otras partes de este libro, se aprecia como se asocia a la lepra con una mancha moral o al pecado, pues la Iglesia atribuía el origen de la lepra al pecado, tal como se lee en la ley Mosaica].
"Sacrosancta Concilia, ..." Estudio Philip. Labbei y Gabr. Cossartii, tom. VI, col 1717; "Selección de historiadores de Galia y de Francia", tom. V, pág. 542, B. Véase también la "Historia de Carlomagno", por Guillard, Paris 1819, tom. I, pág 232. )

  Si hay que ver en el pie de ganso o de pato el símbolo de la lepra y de la hediondez, no hay lugar para creer que la famosa reina Pédauque cuya tumba se muestra en Toulouse, la estatua en los portales de Santa María de Nesles, diócesis de Troyes, la de San Benigno de Dijon, la de San Pedro de Nevers, la de Saint Pourçain en Auvergne y en otros sitios, y sobre las cuales tanto se discutió, no eran otra cosa que la Berta, hija de Didier, sobre quien se está tratando? [N.T: Figura en la historia de Toulouse una reina Berta apodada del pie de pato o ganso (pe d'auque) esposa de Carlomagno, pero hay referencias parecidas en Italia y España. En Europa central todavía persisten leyendas sobre una divinidad llamada Berta o Perta, anteriores a la llegada del cristianismo y que tenían que ver con un culto general a las aves. El origen de esta simbología pues, no está claro. Se hará una relación más completa sobre este tema al final ] . Sé bien que, por una parte, el Sr. Didron trata de cuento arqueológico la afirmación relativa a la existencia monumental de éste personaje, que , según él, no existió en los monumentos más que en la historia (Boletín arqueológico, publicado por el comité histórico de las artes y monumentos. Último volumen, París 1845, pág. 680; tomo III, pág. 241) y que , por otro lado, asegura que las estatuas de los pretendidos reyes de Francia que están esculpidas en los portales de nuestras catedrales, pertenecen a los reyes y reinas de Judá (Ibídem, tomo 2, pág. 122, 679). Pero , sobre el punto primero, continuaremos creyendo a DD. Mabillon, Montfaucon y Plancher, que hablaron de las estatuas de la reina Pedauque "de visu". En cuanto al segundo punto lo decidiremos citando este pasaje escrito antes de 1284: "El villano babuino es el que va ante Nuestra Señora de París y viendo a los reyes dice: "hacia allí Pipino, allá Carlomagno" y le corta la bolsa por detrás" (Des XXIII Maniéres de Vilains, París 1833, pág 10)).


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