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Estudios y reportes sobre los agotes en el siglo XVIII


  La opinión de P. de Marca fue aceptada por sus contemporáneos como la última palabra de la ciencia y los más hábiles sabios se limitaban a referenciar su libro (Ragueau, Laurière etc.). Por lo tanto pasaría un siglo sin que la pregunta sobre el origen de los cagots volviera a ponerse sobre el tapete, al menos en Francia; porque del otro lado de los Pirineos, el P. Joseph de Moret le consagraba unas líneas en sus Anales de Navarra:
 "A las reliquias disipadas de aquél ejército de los albigenses sospechan algunos que se debe atribuir el nombre aborrecido de los que llaman agotes , de los cuales algunas familias derrotadas y fugitivas de su suelo, ocupado por las armas católicas, aportaron, derramadas como en borrasca, a varias regiones de la frontera del Pirineo: queriendo justificar con las censuras de la Iglesia y el odio de aquella rebelión a ella, el sumo vilipendio y tratamiento peor que a esclavos, con que se ven apartados , como gente contagiosa, de los pueblos, y condenados a los oficios más viles de la república: y ni aún dentro de las iglesias y templos admitidos promiscuamente, sino con gran distinción: dándoles el origen del nombre de agotes, como de descendientes de los godos: por haver dominado éstos largo tiempo en aquellas comarcas de Tolosa, y averse llamado por esto aquella provincia Galia Gótica. En quanto à esta causa del odio, nacido de la rebelión de ahora à la Iglesia, no tenemos cosa particular, que asegurar. El origen del nombre tomado de los godos parece cierto. Porque aún oy en Lengua Vulgar se llama aquella provincia "Languedoc", esto es, Landas , ò campos de los Godos, que eso vale Landa en el Idioma Vascónico. Y el mismo origen de voz tienen los Campos que llaman en Francia Landas de Burdeos: naciendo el nombre de los Váscones confinantes con una y otra Region, que pasaron à Francia , reynando Leovigildo. Pero sin que entrase esta causa mas reciente, el odio, y tratamiento de esta Gente pudo originarse bastantemente, de lo que aborrecieron los Váscones, y Aledaños el nombre, y Señorio de los Godos con Guerra casi continua de tres siglos"
(Anales del Reyno de Navarra, 1766).

   Este escritor, que parece ignorar todo lo que se dijo antes de él sobre el mismo sujeto, se inclinaba a ver en los cagots a los descendientes de los albigenses, dando por hecho que su nombre deriva del de los godos; afirmaciones que acompaña de demostraciones más bizarras que concluyentes.

   Esta opinión sobre la descendencia de los agotes contra la cual D. Martin de Vizcaya, como vimos, se había alzado, no prevaleció contra la que daba a los godos como antepasados. Se ve la prueba en un panfleto publicado contra ellos en 1674 y en las obras de un coronel español, D. Juan de Perocheguy, que no vacila en absoluto en afirmar que los godos, o agotes (lo que, dice él, que es la misma cosa) provienen de los restos del ejército de Alarico II derrotado por Clovis.

  El primer autor francés que, en el siglo XVIII, haya vuelto a hablar de los cagots, es Le Duchat, quien,  a propósito de un libro de  Saint Victor, donde Rabelais hace su catálogo burlesco ( Pantagruel, lib. 2, cap. VII), dice que descienden de los godos y de los sarracenos y que son tan hediondos como poco ortodoxos (Obras del maestro François Rabelais, con observaciones históricas y críticas de M. Le Duchat, 1761). Más adelante , el mismo comentarista , queriendo explicar la expresión "quanard de Savoie" (pato de Saboya), por la cual el autor parece designar los valdenses, dice que hace alusión a los cagots, que, añade, estaban infectados igualmente por la herejía.

   Como dije, la opinión de Marca sobre el origen de los cagots había prevalecido sobre todas las demás. Un abogado del parlamento de Toulouse , M. Vanque-Bellecour, creyó haber encontrado un argumento sin réplica en favor de esta teoría. He aquí como se expresa en un escrito contra los cagots de Monbert: 
" Se lee en la Historia Universal de Charron , que el valeroso Yezith, o Gizith, había llenado todo el orbe con su glorioso nombre, por la derrota de Hocmen, hijo de Alí, yerno y sobrino de Mahoma. He aquí todo el misterio que encierra la palabra "Yesite" revelado, y que no permite dudar más que los cagots desciendan de los sarracenos, ya que la palabra "Yesite" es un compuesto de Yezith, gran emir o califa de los Sarracenos" (Disertaciones sobre los viejos documentos de la ciudad de Burdeos, sobre los gahets, etc. ,por el abad Venutti, 1754).

   Cualquiera que fuese la fuerza de dicho argumento, las poblaciones pirenaicas, sobre todo los vascos, persistieron en ver a los cagots como descendientes de los visigodos: Tenemos como garante a Boureau Deslandes que, en 1753, daba algunos detalles de los agotes del país de Labourd(De algunas particularidades poco conocidas del país de Labourd... París , 1748), y como prueba un pasaje del P. Manuel de Laramendi, donde, refiriéndose al libro de P. de Marca, el sabio jesuita emite una opinión diferente ( Diccionario trilingüe del Castellano, Bascuence y Latin, 1745).

  Sin detenernos en lo que dicen los autores del Diccionario de Trévoux, donde, en las acepciones de "cagot" y "capot" citan a du Chesne, P. de Marca, F. de Belleforest y Bosquet; sin hacer más que nombrar a DD. Cl. de Vic y Vaissete (Historia general de Languedoc) , D. Louis-Clément de Brugeles (Crónicas eclesiásticas de la diócesis... Toulouse, 1746) y Moréri (El gran diccionario histórico, París, 1759), que cita a P. de Marca; ni repetir las palabras del intendente de Brest, que lo copia; examinaremos las investigaciones que el abad Venuti dedicó a los Gahets de Burdeos (Discusión sobre los viejos monasterios de Burdeos) . En la primera parte de su trabajo, el sabio italiano, luego de citar a P. Merula, F. de Belleforest, Scaliger, Oihenart, du Cange, Ménage y P. de Marca, cuenta la triste historia de los cagots y habla de los reglamentos que les concernían. Luego examina la opinión de los que los toman como descendientes de los godos y visigodos, creyendo poder asegurar que es errónea. De ahí pasa a los escritores que los hacen descender de los sarracenos y no los encuentra más acertados que el sentimiento de Bosquet, que considera a los cagots como de raza judía. En la segunda parte de sus investigaciones , Venuti trata de probar que son los descendientes de esos primeros cristianos que salieron de las provincias de Guienne , de Navarra, de Bearn y de Languedoc, para emprender el peregrinaje a Tierra Santa, antes y después de la época de las Cruzadas de Occidente, que volvieron con la lepra. Hacia el final de su trabajo, habla de los cacous de Bretaña , según los textos publicados por DD. Martene y Lobineau, emitiendo la opinión de que estos desgraciados tienen el mismo origen que los cagots.

   Bullet, que , por la misma época , publicó dos obras donde trata de los cagots pirenaicos y de los caqueux bretones, mostró una opinión contraria en todo punto . En la primera, luego de haber tocado lo dicho de los cagots por P. de Marca, a quien cita, e informado que ellos siempre se dijeron descendientes de los albigenses, aunque dicha confesión no les diese algún beneficio, pregunta si no se puede " conjeturar que desde que se hubiese representado a la reina Berta con un pie de ganso, para connotar la pena que el desprecio de las censuras le habían traído, se constriñese a los Albigenses y los Valdenses que se rebelaron contra la Iglesia, menospreciando sus excomuniones, a llevar este signo que recordase continuamente el castigo que Dios imponía en los que no hacían caso de las penas canónicas."
(Disertaciones sobre la mitología francesa, París, 1771).

   En la segunda de sus obras que señalamos arriba (Memorias de la lengua céltica , 1754), dedica a los caqueux bretones , que no considera en la primera, tres artículos, donde el más extenso está tomado, casi palabra por palabra del Diccionario de la lengua bretona de D. Louis le Pelletier (1752).

  El pensamiento de Venuti no dejó, sin embargo, de encontrar seguidores. Entre ellos podemos contar al Sr. de Paw, en sus "Investigaciones filosóficas sobre los egipcios y chinos (Berlin, 1773)" a propósito de los "poulichis" , los "parias" de India y , sobre todo, de los porqueros de Egipto, a los cuales se les prohibía la entrada en los templos, que eran discriminados del resto de la nación y que no podían aliarse sino entre ellos.

   Sin embargo, el pueblo del Sudoeste de Francia , continuaba viendo a los cagots como descendientes de los godos, mientras que los hombres esclarecidos, se ponían del lado de P. de Marca, es decir, veían en estos desgraciados las reliquias de los sarracenos vencidos por Carlos Martel: Éste es, al menos, el partido que tomaron dos foristas célebres del siglo XVIII , M. de Maria y Labourt, que , en los capítulos de los derechos del príncipe y de los señores y de las calidades de las personas, tratan bastante ampliamente a los cagots (Memorias y aclaraciones del fuero y costumbres de Bearn, por M. de Maria, abogado, 1767).

   Tales eran las teorías en boga sobre el origen de estos parias, cuando Court de Gebelin publicó su " Diccionario etimológico de la lengua francesa" en el cual se ven dos artículos consagrados a las razas malditas de las que hablamos, uno consagrado a los cagots, el otro a los cacous de Bretaña. En el primero (Mundo primitivo, analizado y comparado con el mundo moderno, considerado desde los orígenes franceses, París , 1778), hace brevemente una relación de las vejaciones de que eran objeto los cagots, citando el trabajo de P. de Marca del cual, dice él, no se puede tirar ningún partido. Menciona también la disertación de Venuti, que, sin duda, no había leído, pues de otro modo se habría abstenido de decir: "nadie puso atención a que en la Baja Bretaña , se encuentran los mismos fenómenos, las mismas familias, poco menos que el mismo nombre, la misma aversión , la misma infamia".
En su segundo artículo (Ib.), Court de Gebelin comienza citando lo que Bullet dice de los cacous, en sus "Memorias de la lengua céltica", añade luego las ordenanzas de 1474 y 1475 que les concernían , y recuerda que es al célebre Hevin, si se cree a du Cange, que se debe la supresión de estas leyes absurdas y ridículas. Termina diciendo así:
"He aquí pues, un pueblo de Norte a Sur de Francia, que vive, de padres a hijos, en un estado de ignonimia de los más odiosos, sin que nunca se haya podido descubrir la razón.
Pero cuando uno se acuerda de que entre todos los pueblos ha habido fenómenos iguales; que los Hindúes tienen en su seno una numerosa casta que tratan con el mismo horror; que los hebreos tratan de la misma manera a los gabaonitas; que David condenó a los amonitas a ser serradores; que los francos hicieron a los galos casi siervos; no podemos evitar creer que estos cagots, cacous, cahets, etc. que padecen en Gascuña y en la Baja Bretaña una ignonimia tan atroz sean los restos de un antiguo pueblo que habitaba las mismas comarcas antes de que los bretones y cántabros hubieran venido para vivir en Bretaña y Bearn, además de que habiendo sido vencidos por estos nuevos pueblos, fueron sujetos a esta horrible dependencia, para quitarles todo medio de rebelión y servir a las necesidades de los conquistadores".

   En 1784, fecha de la publicación del primer tomo de las "Variedades Bordelesas", el abad Baurein, buscando el origen de los gahets, a propósito de los que vivían en el pueblo de Grateloup, en Médoc, dice que se llamaban así en la Guienne aquellos que tenían la desgracia de padecer la lepra y redirige al lector al trabajo de P. de Marca, al que alaba mucho, adoptando sus conclusiones. Habla luego de la opinión de Venuti y, después de algunas observaciones tendientes a probar que los sarracenos, a medida que se hacían dueños del país bordelés, dejaban sus mujeres e hijos con destacamentos suficientes para protegerlos, añade:
" Es pues este hecho al que se puede atribuir el origen de los gahets en el país bordelés, aunque la lepra pueda tener diferentes causas en las diferentes comarcas de Europa.
(Variedades Bordelesas, o ensayo histórico y crítico sobre la antigua y moderna topografía de la Diócesis de Burdeos, 1784).

   El año siguiente , la opinión de P. de Marca y de Baurein encontró un eco en Sanadon, para quien los cagots " son una prueba viviente de que la libertad de los Vascos-Aquitanos, no sufrió en absoluto por las invasiones de los sarracenos".
(Ensayo sobre la nobleza de los vascos, para servir de introducción a la historia general de estes pueblos, Pau, 1785).

   En 1786, un español concibió el noble proyecto de atraer la atención del gobierno de su país y la de sus compatriotas, hacia la suerte de las razas malditas de la península; con este fin , publicó un pequeño libro que en vano buscamos por nuestras bibliotecas (Apología por los agotes de Navarra y los chuetas de Mallorca, con una breve disgresión á los vaqueros de Asturias, Miguel de Lardizábal y Uribe, Madrid, 1786). La parte consagrada a los cagots de España y Francia no es otra cosa que la traducción, un tanto abreviada, del escrito de P. de Marca. Luego de reportar las diversas opiniones en curso por su cuenta, concluye :
" Con que en suma los agotes no son leprosos, no tienen más delito que descender muy a la larga de moros o de judíos; y no obstante ser cristianos harto más viejos que muchísimos que los desprecian, hasta ese nombre se les da por ignonimia, como para echarles en cara una conversión reciente".

   Ramond , que visitó los Pirineos en 1787, consagra un capítulo de su relación (Observaciones hechas en los Pirineos, como continuación a las Observaciones sobre los Alpes insertadas en una traducción de las cartas de W. Coxe, sobre Suiza, M. Ramond de Carbonnieres, Paris, 1789), a los bociosos y a los cagots, que confunde. Luego de unas consideraciones generales sobre el cretinismo de los Alpes y Pirineos, el autor aborda la historia de los cagots, cacous, coliberts y gahets, que reformula sucintamente según Bullet, de Cange, Court de Gebelin, Arcére y P. de Marca; luego, buscando los orígenes de estos desgraciados, niega que los cagots de Gascuña desciendan de alanos o sarracenos: "Árabes, dice, aislados en lugares retirados sin haber conservado nada de su lenguaje, religión y costumbres?". 

  Ramond examina luego el grado de confianza que se le puede dar a las tradiciones que se obstinan en nombrar a los godos como antepasados de las gentes en cuestión y , luego de equivocarse sobre la opinión de P. de Marca ( " Serán pues godos, como creía P. de Marca?", recordemos que el prelado de Conserans, P. de Marca, los creía descendientes de sarracenos), se adhiere a la opinión de los que creen que los cagots descienden de los visigodos. No cree en absoluto , como el prelado antedicho, que el nombre de estos infortunados derive de "Caas Goths", perros godos, porque cacous y cahets no serían equivalentes; sino que piensa que los visigodos, todos arrianos,que habían sido, para los galos y francos ortodoxos , objeto de escándalo y aversión, habrían podido, desde los tiempos de Childerico I, ser llamados cagots, cahets, caffos, es decir, según Court de Gebelin, leprosos e infectos;"porque, añade él, no se puede atribuir el perfume a la santidad sin reservar la infección a la herejía".

  Más adelante, Ramond dice que nada se opone a que los cahets de Burdeos sean descendientes de alanos, como los coliberts del Aunis, y traza los diversos períodos de la triste historia de los cagots:
" El rechazo de los sacramentos de la iglesia y de la sepultura de los cristianos, fue la consecuencia natural del resentimiento del clero largamente perseguido. Alejamos a estos arrianos de las comunidades, no porque fueran leprosos sino cismáticos. Devinieron en leprosos cuando una sucesiva degeneración, herencia natural de una raza consagrada a la pobreza que no podía mezclarse con otras razas, hubo naturalizado las enfermedades hereditarias. Poco a poco , sin duda, se adhirieron a la fe de la Iglesia; pero no se pudieron regenerar. Cesaron de ser arrianos, sin dejar de ser leprosos, dejando de ser leprosos sin dejar de estar  expuestos a todos los males que genera el viciado de la sangre y de la linfa."

" El gobierno feudal, que devino de los bárbaros cuando dejaron su barbarie, no se contentó con repartirse la tierra de los campesinos; se apropió de las personas junto con las posesiones y el cagot se convirtió, entre la raza de los esclavos, en el esclavo de la más baja condición. En vano las comunidades retomaron los derechos del hombre, no fue para él más que una sombra de la libertad y quedó en una dependencia tanto más miserable, cuanto que, entre el número de sus tiranos, no tenía un dueño que se ocupara de sus necesidades".

   Ramond da luego detalles sobre algunas familias de cagots que dijo haber conocido, acabando el capítulo con sus reflexiones filantrópicas, de moda durante la Revolución Francesa, donde se hacían votos por su cumplimiento, no tal como fue, sino como hubiera debido ser.

  En la época en que apareció, la obra de Ramond fue acogida muy favorablemente; la Academia de las Ciencias nombró comisionados para hacer un reporte sobre su libro y los periódicos dieron las noticias más favorables (Ver por ej. el diario de París del 7-1-1790 y los Anales Universales del 9-1-1790). Provocado por los elogios que acompañaban el análisis del trabajo de Ramond sobre los cagots, un Bearnés se posicionó contra todos estos sufragios y se propuso probar que ese trabajo pecaba contra el sentido común y la verdad:
"Los cagots de los Pirineos, dice el autor al principio de su refutación (Las aventuras del Sr. Anselme, caballero de las leyes, Hourcastremé, París, 1792), pueden ejercer y ejercen realmente la profesión que les parece. No son en absoluto esclavos, ni lo fueron jamás. La miseria, las enfermedades no están en ellos más que en todos los ciudadanos que les rodean. No están desarmados en absoluto. No son ni enfermos de bocio ni imbéciles. Su raza no tiene ningún carácter degenerativo, su habla es tan distinta como la de los demás individuos. Su piel no es nívea ni morena. Su constitución no es más débil, ni su presunta estupidez más marcada que el resto de los hombres," etc.

   El autor informa luego de los artículos del Fuero de Bearn, relativos a los cagots y a los leprosos, a quienes parece confundir y elabora la historia de la primera de estas dos clases de rechazados, sirviéndose de los documentos conocidos en su tiempo y citando a P. de Marca, así como a Labourt y de María, comentaristas de las costumbres de Bearn.
"A los cagots de Bearn, añade él, el Sr. Ramond suma los de ambas Navarras. He viajado por la Navarra española sin haber visto ni oído hablar de ningún cagot: algunos aseguran que los hay, pero que se les considera, cuando muestran la prueba, como antiguas familias, dignas de ser asimiladas a la mejor nobleza del país. También viajé por la Navarra francesa: No vi allí, ni oí hablar, de ningún cagot, como de hecho se sabría , habiéndolo. La costumbre de la provincia vasca de Soule, redactada en 1520, no hace hace de ello ninguna mención." Hourcastremé continúa refutando a Ramond, no solamente por lo que dice de los cagots , sino respecto a sus ideas sobre la educación de las montañas; lejos de considerar, al igual que este sabio, a los cagots como esclavos, asegura que " según la costumbre son libres, incluso tienen la facultad de adquirir tierras de los nobles, como varios de ellos lo han hecho a día de hoy". Finalmente dice (p. 385)" Nacido en Bearn, conocí allí cien cagots, ni uno de entre ellos con bocio o ictericia. Bien al contrario, observé que los hombres eran bien hechos, vigorosos y las mujeres sobre todo, que se deberían poner entre las más bellas, si fuesen objeto de comparación. Muchos eran albañiles, torneros, carpinteros, pero la mayor parte no eran nada de eso. Conocí algunos que no solamente casaban sin dificultad a sus hijos con los de los no cagots, sino inclusive con los de los nobles y militares condecorados con la honorable cruz de San Luis. Se dice que el parlamento de Pau no tiene uno entre sus miembros principales: la fortuna, sobre todo, hace desaparecer los prejuicios. Los talentos agradables, las ciencias, el cálculo no les son en absoluto extrañas. Navarriens , por ejemplo, ha visto a los Campagnet transmitirse, luego de tres o cuatro generaciones un violín muy buscado. He visto tiempos en que no había buena fiesta si el violín o la flauta de los Campagnet no estaba. Tienen igualmente sus poetas y sus canciones. Como aquella que comienza con estos versos marcados con la más alegre y juiciosa filosofía:


Encouere qué cagots siam,
Nou non dam;
Touts ém hils deou pai Adam
(Aunque cagotes seamos
no nos importan los motes;
Todos somos hijos del padre Adán)

Para coronar finalmente con su apología digamos que si fuese, por mi madre al menos, el primero de los cagots bearneses, me llamaría Dufr**, y sería, a día de hoy , el director del tesoro real del primer imperio de Europa".

   Por la misma época en que Ramond visitaba los Pirineos, otro viajero, que creemos que se llamaba Picquet, también recorría estas montañas. Vió a los cretinos y habló de ellos en su relación, cuya primera edición apareció en Enero de 1789, la segunda 39 años más tarde (Viaje a los Pirineos franceses y españoles, principalmente en los valles de Bigorra y Aragón...Por J. P. P***, 2ª edición, París , 1828). Cayendo en un error que no hizo más que difundirse luego, confundió a estos desgraciados con los cagots, de quienes dice son: " una descendencia de estos Alanos, escitas de origen, de quienes una parte se quedó al pie de los Pirineos y en los valles, para proteger los pasos. " Un poco después presenta el cuadro de la miserable condición, a la cual, el odio popular, secundado por la legislación del país, había condenado a estos " cretinos, conocidos con el nombre de godos , cagots (perros godos), capots;" pero él no enseña nada que no sepamos ya. Finalmente, volviendo sobre el origen de los infortunados en cuestión dice que " descienden de los desgraciados godos, refugiados en las gargantas de los Pirineos, escapados de la venganza de Clovis". Un solo pasaje de este escritor, hará , más que todo lo que podríamos decir, apreciar su juicio y erudición; helo aquí:" El arzobispo Marca, nacido en Gand, Bearn, autor de una historia insignificante de su país, ha dado una gran prueba de ignorancia , haciendo descender los cretinos, gegistanos del hebreo Giezi, servidor de Eliseo, y tomado de la lepra" El autor parte de ahí para hacer una crítica contra los clérigos, al estilo de 1789.

  La opinión de Ramond, de la cual, la opinión que acabamos de exponer parece calcada, hizo fortuna, si se juzga por la confianza con la cual Dusaulx la presenta como la última palabra de la ciencia (Viaje a Barege y los Altos Pirineos, hecho en 1788, París 1796), además de por la citación histórica que se encuentra en un tratado, destinado particularmente a los que tienen bocio y a los cretinos de los Alpes franceses e italianos (Tratado del bocio y del cretinismo, precedido de un discurso sobre la influencia del aire húmedo en el entendimiento humano, por F. E. Fodéré , París, germinal del año VIII). En el curso de su trabajo, el autor se refiere a estas dos clases de enfermos, que considera exclusivamente bajo el aspecto médico, sin confundirse al parecer con alguna otra clase de enfermos o rechazados. No obstante, encontramos en las páginas 195 y 196 una referencia a la obra de Ramond, de donde resulta, me parece, que Fodéré confunde dos cosas que distingue y hace distinguir, a saber, los cagots y los cretinos.

  El autor del viaje a Finisterre (Viaje al Finisterre o estado de ese departamento en 1794 y 1795, París, año VII de la República francesa), Cambry, que visitó la Baja Bretaña durante la época del terror, y de quien se puede fiar para todo lo relativo a las tradiciones, da los siguientes detalles sobre los caqueux del distrito de Quimperlé: " Vemos también en estos cantones unos caqueux, cacouax, especie de parias, proscritos, que viven en las landas, alejados de las poblaciones, sin que nadie se comunique con ellos, se les creía en el siglo XV, judíos de origen, separados por la lepra de los otros hombres. Hacen cuerdas para sobrevivir... Estos hombres, separados de los demás, fueron objeto de mil cuentos extravagantes: Vendían bolsitas que preservaban de todos los dolores, echaban los malos vientos, regalaban hierbas que hacían vencer en la lucha o la carrera, predecían el futuro. Se decía que el Viernes Santo, todos los caqueux echaban sangre por el ombligo. Estos desdichados, sacaban provecho, sin duda, de la estupidez y credulidad de sus vecinos. Muchos llegaron a roturar landas , cultivar los campos abandonados, que ellos sementaron, plantando bosques y prados. Se ve por el camino de Plaçamen un pueblo muy bonito de caqueux. No es más fuerte el prejuicio ahora que hace tiempo; pero nadie se liga con lazos familiares a ellos. "

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