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Apéndice 1: Correspondencias de guerra.

De las innumerables cartas que acompañan a la obra, se incluyen 3 misivas de tres de las partes en conflicto, fechadas dentro del intervalo cubierto por estas memorias. Soult, De La Romana y Wellesley se muestran aquí en otro aspecto. La misiva de Soult indica también el tipo de guerra sin cuartel y feroz que se dió en Galicia, junto con las recomendaciones de Soult para poder dominar Galicia, que nunca se pudieron seguir.



Carta del mariscal Soult a José Bonaparte, fechada en Puebla de Sanabria el 25 de Junio de 1809.

A su majestad el rey de España e Indias.

Sire,

   Tengo el honor de informar a su majestad que el 2º cuerpo del ejército está reunido, desde ayer por la tarde, en Puebla de Sanabria, donde me propongo dejar reposar las tropas durante cuatro o cinco días para darles tiempo a reunir viveres para cuatro días y , posteriormente, dirigirlos hacia Zamora.

   El 2 de este mes, partí de Lugo, como tuve el honor de anunciarle a su majestad el 2 de este mes, dirigiéndome hacia Monforte, donde las divisiones arribaron el 4 y el 5. Los cuerpos de la Romana habían pasado dos días antes, dirigiéndose a Orense. Toda diligencia que hice, no me permitió encontrarme con su retaguardia, habían pasado el Sil por varios puntos, y habían destruido las embarcaciones cuando llegaron los destacamentos que envié a Santo Estevo da Gudiña, Paradela y Forbes. Todos los habitantes de los alrededores de Monforte habían abandonado sus casas. Estuve en ese lugar hasta el 11 y , durante ese tiempo hice varios intentos de pasar. Ordené una marcha sobre Orense; preparé los bastimentos, recibí un convoy de seis piezas de montaña, municiones, zapatos y un batallón de a pie, formado por una partida de hombres que dejé en Lugo: Había dejado, según dije en otra comunicación, novecientos sesenta y siete hombres heridos, o incapaces de seguirnos, en Lugo , a las órdenes del ayudante de comandancia Desroches, que debía , cuando estuvieran restablecidos, conducir a Zamora.

    El 11 me puse en marcha, fuí por Valdeorras; el general de división Loison tenía bajo sus órdenes a la división Merle, y la brigada de dragones comandada por el general Lorge, se encontró con los insurgentes, en número de dos a tres mil hombres a la entrada del Val de Quiroga, empujándolos vivamente hacia Montefurado, donde les halló posicionados cubriendo el pasaje que está bajo los roquedos, por los que atraviesa el Sil. El 4º de infantería ligera, apoyado por el 15º de línea y el 13 de dragones los batió, y el 12 por la tarde , esta vanguardia tomó posiciones en la meseta de Larouco, donde un destacamento del 13º de dragones y otro de cazadores interino, tuvo ocasión de cargar, señalándose. El 13 por la mañana, se dió orden al general Loison de apoderarse de ponte Bibey, marchar sobre Poboa de Trives, ocupar el puente de la Havea y de seguir hasta el Burgo. El puente en Bibey, se encontraba defendido por cuatro mil hombres que se habían establecido sobre los roquedos y zigzagueos que hacía el camino para subir la escarpada costa de la ribera izquierda. Los insurgentes, a los cuales se había unido un destacamento de los cuerpos de La Romana, habían , además, hecho multitud de obstáculos, barricado el puente y se preparaban a cortarlo , cuando el 2º regimiento de infantería ligera, apoyado por el 36 de línea, a las órdenes del general Samet, llegaron. Se efectuó la carga enseguida, se superaron los obstáculos y el enemigo fue derrotado y perseguido hasta más allá del puente de Havea, donde se dispersó. En este incidente, que hace honor a las tropas que combatieron, los insurgentes perdieron mucho, nosotros sólo tenemos que lamentar 4 soldados del 2º muertos y 15 heridos. Entre los últimos está el señor Courtade, capitán de "voltigeurs" que tenía la pierna rota, luego de haber franqueado la barricada del puente. El general Morte soportó un caballo muerto encima suyo: la brigada del general Lorge tuvo varios dragones heridos y caballos muertos.

   Mientras esto se realizaba , el general Franceschi con su división de caballería ligera, y el 47º regimiento de línea, remontaba la ribera derecha de Bibey, tomaba posición en la parte delantera derecha de Bolo, y enviaba patrullas de reconocimiento por Viana, La Gudiña y Porto.

  El general de La Borde con su división y la brigada de dragones del general Caulincourt, se instalaba en A Rúa, desde donde limpiaba de enemigos Valdeorras hasta el puente de Domingo Flores.

   La división Mermet tomaba posición en la meseta de Larouco y la del general Heudalet, a la que se había reunido la columna a las órdenes del general Rouyer, que venía de Lugo, marchaba sobre Montefurado, adonde llegó apenas el 15 por la tarde. La brigada de dragones del general Marisy, comandada por el general La Houssaye, se adhirió a la división Heudelet y estaba a las órdenes de éste general.

   La insurrección de Valdeorras estaba formada por la población del Val de Quiroga, de aquella de Valdeorras, de la jurisdicción de Bollo, y de los distritos de Póboa de Tribes, de San Clodio, de Castrocaldelas, de Coba y de las montañas de San Mamede**, formando en total ocho a nueve mil hombres, todos armados y dirigidos por el cura de Casoyo don José Ramón Quiroga y Uria, que La Romana había nombrado general, por don Juan Bernardo Quiroga y Uria, fraile del anterior, por los curas de Bandollo y Barco, por el juez de Bolo, llamado Corazón, y por el abogado de Pantin, cerca de La Rica.

   Luego de los sucesos de Montefurado, de Larouco y de Puente Bibey, todos los insurgentes se dispersaron hacia las montañas ; pero la partida que quedaba en San Clodio, continuaba sus agresiones, y se aprovechaba de la situación de este pueblo que está pegado al Sil, frente a San Martin de Quiroga, para hacer un fuego continuo sobre la columna que estaba obligada a desfilar a medio alcance por la ribera derecha y ahí menudearon las pérdidas. Luego que el río se atravesó , el general Loison fue instado a que enviara un destacamento a San Clodio, para incendiar la villa, en castigo de la conducta infame de sus habitantes. También se ordenó enviar otro a Castrocaldelas para dar idéntico castigo ejemplar, en pena por haber asesinado 85 cazadores a caballo del 15º regimiento el 2 de Febrero pasado, donde las poblaciones de San Clodio, de Póboa de Trives y de Colo habían tomado parte. Las pieles de estos desgraciados que se pudieron encontrar, fueron reunidas y puestas al lado de un escrito que indicaba los motivos de esta justa venganza. El general Loison perdonó a la población de Póboa de Trives que vino en masa a someterse, diciendo arrepentirse y prometiendo conducirse mejor.

   Las demostraciones que habían sido hechas para pasar el Sil, y la marcha del general Loison por Póboa de Trives, siguiendo la ruta de la ribera izquierda, que conduce de Valdeorras a Orense, hicieron temer al Marqués de La Romana, que se había parado y reunido en esta última población, ser atacado antes de poder unirse a los cuerpos de Carrera que estaban en Vigo y Redondela. Partió con precipitación y una fuerte patrulla de reconocimiento que el general Loison envió el 16 hacia delante de Vilariño, supo que su retaguardia estaba sobre el Limia hacia Fiasso** dirigiéndose por el camino de Castilla en Gudiña. Efectivamente, una partida que el general Franceschi envió el 17 hacia este último lugar por Viana tuvo un encuentro con su vanguardia y tuvo un enfrentamiento con ella . El 18, un destacamento de 100 jinetes enemigos fue en reconocimiento por la izquierda de la posición que ocupaba en Bolo el general Franceschi. Supimos que un cuerpo de cuatro a cinco mil hombres mandado por Chavarría habia llegado a Oporto. Los paisanos sometidos de la jurisdicción de Bolo, vinieron para declarar que habían recibido órdenes de preparar inmediatamente muchos víveres y bastimentos para las tropas de La Romana.

   Luego que supe de estos detalles, suponía que La Romana estaba en marcha, sea para ir a Puebla de Sanabria y cerrarme el paso, sea para retornar por las montañas de Cabreira, hacia el valle de Ponferrada y Villafranca, donde al parecer había un fermento de insurrección continuo. Di orden al ejército de dirigirse sobre Viana, donde el 15 la vanguardia y la división Mermet, tomaron posiciones. Las otras divisiones fueron llegando sucesivamente hasta el día 20.

   El destacamento de caballería español, que había sido visto a la izquierda de Bolo, se volvió a ver cuando nuestra vanguardia se ponía en marcha. Fue perseguido hasta Viana sin poder ser interceptado. El enemigo tenía 1.800 hombres de infantería sobre las alturas de Pinzo, guardando el puente sobre el Bibey, y, por su continente, parecía dispuesto a defenderlo. Los informes que obtuvimos de algunos habitantes que se habían quedado en Viana, decían que se preparaban subsistencias y víveres, según órdenes de La Romana, que , la víspera, había ido a esa ciudad y que su proyecto era atacarnos; que con este fin , el cuerpo que había llevado a Oporto, debía maniobrar sobre nuestra izquierda, penetrando en Valdeorras, restablecer la insurrección y luego atacarnos por retaguardia mientras otros cuerpos nos atacaban de frente. También decían que habían llegado considerables refuerzos ingleses y portugueses; y , en fin, que su ejército se encontraba en las alturas entre Gudiña y Viana.

   Era muy tarde para atacar ese mismo día al destacamento enemigo que se encontraba ante Viana, pero se tomaron las disposiciones necesarias para echarlos de sus posiciones el 20 por la mañana, además de reconocer las del ejército que me proponía combatir, fuera cual fuese su fortaleza, si tenía dicha posición. Al amanecer vimos que los españoles se habían retirado, fueron enviadas patrullas de reconocimiento en su persecución y supimos que habían evacuado igualmente, luego de medianoche, Agudiña; que se dirigían a toda prisa hacia Monterei, lo que indicaba que tenían intención de ir a Orense. También supimos que había una gran deserción entre ellos, que tenían muchos enfermos y que les faltaban las cosas más necesarias; problemas que su retirada precipitada sólo podía incrementar.

   En circunstancias diferentes habría perseguido a La Romana hasta forzarlo a combatir, aunque hubiera tenido que seguir durante largo tiempo; pero, tal como tuve el honor de anunciar a Vuestra Majestad en mi carta del 30 de Mayo pasado, consideré que, luego de mi retirada de Portugal, mi misión no podría ser la de permanecer en Galicia, donde , por otra parte, no encontraba ningún medio para restablecer mis tropas y encontrar cosas indispensables que les faltaban, ni un lugar donde dejar el gran número de enfermos que, debido a ello, teníamos en los regimientos y que debía hacer transportar en los caballos de nuestra caballería (a menos que fuera a Coruña o Ferrol).Consideraba también que la llegada del ejército inglés a Fiasso y su súbita retirada hacia Portugal, anunciaba el proyecto de marchar sobre el mariscal Victor y llegar a Madrid, pudiendo hacer bien uno o el otro de dichos movimientos (no aparecieron más sobre las fronteras de Galicia, solamente un grupo de 500 portugueses se había unido a La Romana) y , en base a esa consideración, suponía más importante dirigirme sobre Zamora para ayudar a las tropas entre Duero y Tajo a cubrir Madrid, fuese impidiendo al enemigo tomar esa dirección, fuese maniobrando por sus flancos o su retaguardia encerrándolo. Pensé asimismo que tenía que encontrar un lugar donde dejar a los enfermos, recibir bastimentos y tomar quince días de reposo, para luego continuar las operaciones obrando según las circunstancias.

   Tales eran mis intenciones el 30 de Mayo, cuando escribí a su majestad, y que había concertado con el mariscal Ney. Según este arreglo , el sexto cuerpo debía recuperar Vigo y dirigir una columnna sobre Orense para unirse a mi. Si este movimiento se hubiera completado, los cuerpos del general de La Romana se hubiesen visto muy comprometidos. Pero el mariscal Ney me escribió desde Santiago, que , luego de haber perseguido al enemigo hasta Ponte-Sampaio,lo encontró atrincherado en la orilla izquierda del Caldelas, el puente cortado y de 10 a 12.000 efectivos, 3 a 4000 soldados de línea y el resto paisanos, todos a las órdenes del general Noroña, que se autonombró general en jefe del ejército del Miño, y de los generales Murillo y Carrera. Además de que los ingleses tenían dos buques y tres fragatas en la bahía de Vigo, donde desembarcaban bastimentos y se encargaban de defender la plaza, atrincherando Rande y , en fin, que debido a esa situación, no juzgó apropiado lanzarse a ese ataque ni enviar a Orense la columna que habíamos convenido: Que se replegaba hacia Santiago, dejando sus puestos de avanzada en el Pedrido, guardando las riberas del Sella. Me pidió quedarme en Galicia y me dijo que podría resultar para él de fatales consecuencias el que yo partiese. Esta proposición me dejó sorprendido y me pareció que el mariscal Ney actuaba en aras de obligarme a quedarme en Galicia; que, ciertamente, nada le impedía maniobrar sobre Orense, mientras yo mismo presionaba a La Romana, pudiendo luego , cuando éste se hubiera retirado, moverme hacia la retaguardia de Carrera, tomando su ejército u obligándolo a embarcarse precipitadamente. Pero él hizo lo contrario, así que, desde ese momento, me consideré más obligado que nunca antes a seguir mi primer proyecto y continuar con el plan previamente convenido.

   A este efecto, tan pronto como fui instruido de que el general enemigo apuraba su retirada por Monterei y que una parte de su ejército había desertado, me desplacé en orden de batalla por la ruta de Castilla, la derecha en Agudiña y la izquierda en el desfiladero de Lubián, dejando puestos de avanzada y guardas en los diversos caminos que llevaban a Portugal.

   El 23 hice marchar por la izquierda hacia Puebla de Sanabria, donde a la aproximación de la cabeza de la columna conducida por el general Loison, los cuerpos de Chavarria, formados por tres mil hombres de diversos destacamentos que habían vuelto de Oporto, se retiran luego de haber tomado doce piezas de artillería de grueso calibre que tenía en Puebla; el mismo día, estes cuerpos se dispersaron, una parte siguió por las montañas de la frontera de Portugal (donde se dijo que llegó a Ciudad Rodrigo) y el resto errando por el país, procuraré pescarlos si los encuentro juntos.

   El 24 , todas las tropas del ejército se reunieron en los alrededores de Puebla de Sanabria, donde me proponía dejarlos reposar 3 o 4 días; en ese tiempo se abastecían de lo más necesario, reparaban su calzado, se herraban los caballos, y yo amenazaría de nuevo Portugal; podría darse el caso incluso que mandase hacer una incursión a Braganza, para proporcionar una distracción, que no podía dejar de surtir algún efecto.

   Así, me pondré en marcha, el 29 o 30 de ese mes y llegaré el 1 o 2 de julio a Zamora. Deseo vivamente que V. Majestad se digne enviarme las órdenes y ayudas que tuve el honor de pedirle por mi despacho del 30 de Mayo último.

   Me permito, antes de terminar mi reporte, presentar a V. Majestad algunas observaciones sobre la situación actual de Galicia. Esta provincia está permanentemente en estado de fermentación; las amenazas de muerte e incendio que emplea La Romana, los numerosos agitadores actuando en su nombre, las ejecuciones que hace, las devastaciones que surgen inevitablemente por los frecuentes movimientos de tropas, la ruina de la mayor parte de los habitantes, la ausencia de toda autoridad que represente a V. Majestad, la influencia de los clérigos, que son muy numerosos y la gran mayoría enemigos; la plata que los ingleses reparten , el desamparo de los generales franceses que, faltos de medios , no pueden siquiera pagar a los emisarios que emplean: Todas estas causas contribuyen a aumentar de día en día el número de los enemigos y a convertir la guerra que se hace en este país en muy mortífera, infinitamente desagradable y de resultado muy demorado, donde se combatirá mucho tiempo, a menos que V. Majestad adopte el sistema de hacer fortificar siete u ocho puestos importantes, susceptible cada uno de contener cinco a seis mil hombres de guarnición, un hospital y abastecimientos para cuatro meses, para mantener la población, cerrar y guardar las principales salidas, de las que el enemigo no podrá aprovecharse más y se podría ofrecer a las columnas que operen en la provincia apoyos, cualquiera fuese el rumbo que tomasen: Así podría recibir socorros y depositar a los heridos y enfermos. Ésta última consideración es fundamental y no debo disimular a V. Majestad que perjudica mucho el espíritu de los soldados que, en el estado actual de las cosas, están expuestos a perecer de miseria, o bajo los golpes de los campesinos, si tienen la desgracia de estar heridos o enfermos y lejos de un lugar de socorro seguro.

   Creo que con un gasto de un millón, se pondría en estado de defensa a Galicia: Y ciertamente nunca se habría empleado mejor ese dinero, sobre todo porque se podría disminuir el número de tropas que actualmente son necesarias. Persuadido de ello, incité al mariscal Ney a hacer fortificar Lugo y a ordenar la construcción de tres fortalezas sobre la línea de Villafranca: Las plazas de Tui, Monforte, Monterrei, Viana y Puebla de Sanabria, que pueden, todas, contener cañones, tienen recinto amurallado y restos de fortificaciones anteriores que se pueden restablecer fácilmente y cumplirían, perfectamente, ese objetivo. Si fuese preciso, hay todavía otros puestos que , por su situación, estarían en condiciones de ayudar en la defensa, sin incrementar apreciablemente los gastos. Si esta medida, que considero urgentísima y de resultado garantizado, no es adoptada en absoluto, se precisa enviar refuerzos al mariscal Ney, aunque sólo sea para reemplazar sus pérdidas y mantener las vías de comunicación despejadas. Aunque actualmente tenga fuerza suficiente para enfrentarse a los cuerpos de la Romana y Carrera reunidos en caso de batalla formal, su sistema, que es el de hostigar sin cesar y evitar una batalla general, con el tiempo desgasta al ejército más fuerte y acabarán, incluso sin combatir, por destrozarlo si no fuera reforzado. Tendríamos una pérdida de hombres incalculable, sin obtener el resultado que nos proponemos.

   Es probable que nunca más pueda entretener a V. Majestad con el tema de Galicia. Así, por esta última vez, creo que es mi deber rendirle cuenta de las observaciones, que mi estancia en esta parte de la península, y el conocimiento adquirido del carácter de los habitantes, me pusieron en condiciones de hacer. Tengo el honor de suplicar a V. Majestad se digne disculpar esta disgresión, considerando los motivos que la dictaron.

Tengo el honor de ser, etc.

Firmado por el Sr duque de Dalmacia

Puebla de Sanabria, 25 de Junio de 1809.








Despacho del teniente general Lord Arthur Wellesley al Vizconde de Castlereagh, fechado en Montealegre el 18 de Mayo de 1809.

Milord,

Cuando me determiné a tomar la expedición del Norte de Portugal, contra el mariscal Soult, esperaba que el general portugués Silveira pudiera guardar su posición sobre el Tamega, hasta que hubiera sido reforzado. Si esta posición hubiera sido conservada y si la ciudad de Chaves hubiera sido ocupada, el enemigo hubiera sido cercado y no tendría otro recurso que atravesar el Miño y me proponía , si tenía éxito , presionarlo para impedirle el paso de este rio.

Pero, la pérdida del puente de Amarante el 2 de este mes, cambió totalmente nuestros proyectos. Yo no podía esperar que el general Beresford , que se había puesto en marcha el 5, hacia el ALto Duero y que había llegado a Lamego el 10 , estuviese en estado de hacer otra cosa que enfrentarse al costado del enemigo y obligarlo a retirarse a Galicia por Chaves, en vez de a Castilla por Vilareal.

Sin embargo, el general Beresford había obligado a los puestos del enemigo en Vilareal y "Maison Frien" a replegarse con pérdidas, y pasando el Duero, derrotó los puestos de vanguardia del general Loison en el puente de Amarante, tomando posesión de la ribera derecha del Tamega el 12, es decir, el mismo día en que los cuerpos bajo mi mando forzaron el pasaje del Duero en Oporto.

Loison evacuó Amarante en la mañana del 13, tan pronto supo lo que había pasado en Oporto la víspera, y reunió las tropas del ejército francés a una pequeña distancia de la villa, que el general Beresford ocupó inmediatamente.

Me fue imposible comenzar la persecución del enemigo antes de la mañana del 13, cuando la legion hannoveriana avanzó sobre el Valonga, bajo el mayor general Murray

Por la tarde fui informado que el enemigo había destruido por la mañana una gran parte de sus cañones en las cercanías de Penafiel, y había dirigido su marcha hacia Braga.

Esto era, probablemente, el resultado de la posición en la que se encontraba luego de las operaciones del general Beresford en el Tamega. Tan pronto como me aseguré de que el informe era verdadero, marché ,la mañana del 14, con el ejército a dos columnas, hacia las riberas del Miño.

Al mismo tiempo envié al mariscal Beresford hacia Chaves, para el caso en que el enemigo girara hacia la derecha; y el mayor general Murray debía comunicarse con Beresford, si , tal como pensábamos , Loison estaba en las cercanías de Amarante.

La tarde del 14, confirmé , por los movimientos de los destacamentos enemigos , en las vecindades de Braga, que su intención era dirigir su retirada por Chaves o Montealegre y envié al mariscal Beresford para el caso en que efectuasen este movimiento para presionar sobre Monterrey y parar al enemigo si pasaba por Vilarey.

El general Beresford había anticipado mis deseos y había hecho marchar sus soldados hacia Chaves. Había enviado al general Silveira para apoderarse de los pasajes de Ruivaes y Melgasi, cerca de Salamonde , pero éste, desafortunadamente, llegó tarde.

Llegué a Braga el 15, el general Murray estaba en Guimaraes, y el enemigo a quince millas por delante de nosotros. Llegué a Salamonde el 16.Tuvimos un incidente allí con su retaguardia.

Los guardias bajo el teniente general Sherbrooke y el brigadier general Campbell, atacaron su posición y habían rodeado su flanco izquierdo en las alturas, los obligaron a abandonar dejando tras si, un cañón y algunos prisioneros.

Este ataque fue hecho a última hora de la tarde. El 17 marchamos sobre Ruivaes, para ver si el enemigo se dirigiría a Chaves o continuaría su retirada por Montealegre, y el 18 llegamos a ese lugar.

Me encontré allí que el enemigo había tomado un camino a través de las montañas, hacia Orense, por el cual encontré difícil, puede decirse que imposible, seguirlo y no tenía ningún medio de pararlo.

El enemigo comenzó su retirada, como le informé , destruyendo una gran parte de sus cañones y municiones . Destruyó también todo lo que podía embarazarlo y una gran parte de sus equipajes, no conservando más que lo que los soldados o algunas mulas podían llevar consigo. Dejó atrás sus heridos y enfermos, y , el camino de Penafiel a Montealegre estaba lleno de cadáveres de caballos y mulas, así como de soldados franceses, que habían sido asesinados por los paisanos antes de que nuestra vanguardia pudiese salvarlos.

Esta última circunstancia es consecuencia natural de la especie de guerra que el enemigo hace contra ese país.

Los soldados franceses masacraron y robaron a los paisanos a placer, y vi muchas personas colgadas de los árboles a los costados del camino real. No pude encontrar otro motivo sino que ellos no fueron favorables a la invasión francesa y a la usurpación del gobierno de su país . La ruta de la columna francesa en su retirada podía descubrirse por la humareda de los pueblos a los que iban prendiendo fuego.

Hicimos cerca de 500 prisioneros, el enemigo perdió cerca de un cuarto de su ejército, toda su artillería y sus equipajes , desde que lo hiciésemos retirar en el Vouga.

Espero que su señoría comprenda que no he omitido ninguna medida para interrumpir la retirada del enemigo. Está claro que si un ejército se desembaraza de sus cañones, su equipamiento y equipajes, así como todas las cosas que lo pueden retrasar, al mismo tiempo que lo fortalecen; podrá marchar por los caminos que no puede transitar un ejército que no ha hecho los mismos sacrificios.

Es imposible sobrevalorar los esfuerzos de las tropas. El clima ha sido implacable luego del 13, lloviendo constantemente, y los caminos por este difícil país , han estado impracticables. Pero ellos perseveraron en su persecución hasta el fin y , en general, han estado marchando de sol a sol.

La brigada de guardias era la cabeza de la columna, dando un loable ejemplo y en el enfrentamiento contra la retaguardia del enemigo, la tarde del 16 se condujeron remarcablemente bien.


Firmado : Arthur Wellesley




Carta del marqués de la Romana a Sir John Moore, por la cual le propone a este general inglés atacar el ejército del mariscal Soult en Saldaña.

León, 21 de Diciembre de 1808

Señor,

Tuve el honor de escribirle en respuesta a la carta que su excelencia me había remitido por mi edecán, M. O'Neil y , no habiendo tenido respuesta luego, debo exponerle que para atacar en Saldaña , como parece ser la intención de su excelencia, querría cooperar por mi parte, con el fin de que el éxito fuera completo. El enemigo, reuniendo todas las fuerzas que ha repartido en todos los puntos de los alrededores, tendrá como mucho, según las mejores informaciones que conseguí, unos ocho o nueve mil soldados de infantería y mil caballos con ocho a diez piezas de artillería. Sería muy importante rodear esos efectivos y destruirlos, antes que pueda reforzarse con cualquier otro que Napoleón le envíe. Si su excelencia se resuelve a esta empresa yo haría un ataque con nueve o diez mil hombres , que son todo lo que pude reunir razonablemente armado y vestido; todo el resto se encuentra casi desnudo y mal equipado.
Si su excelencia me da una pronta respuesta, salgo mañana; pero tengo el honor de hacerle observar que, dado el golpe, habré de volver a mis cuarteles de invierno, falto de abastecimientos y armamento para las tropas. Pero hablaremos de eso en nuestra entrevista, como también de concertar el plan de operaciones que hay que seguir. Estoy persuadido de que el enemigo no está ya en posición ventajosa, y que todos los desastres de los que hemos sido testigos se deben a la falta de coordinación y colaboración en las operaciones de nuestros ejércitos. Por un oficial de ingenieros que me ha remitido la Junta de Zamora, por haber encontrado su conducta un poco sospechosa, he sido informado de que el ejército de Palafox no ha sufrido el fracaso que publicaban los enemigos; sino que se ha visto obligado a replegarse a Zaragoza, porque el ejército de Castaños había dejado su posición en Logroño, que no debía abandonar jamás: El da detalles muy circunstanciados del ejército francés, de Madrid, del emperador, de la división Junot y, finalmente, noticias que creo muy necesario que su excelencia conozca, por lo que me parece que debemos tener una entrevista imperiosamente.

Soy, etc.

Firmado el marqués de la Romana.

El marqués de la Romana a su excelencia general Sir John Moore, comandante en jefe del ejército inglés en España.

Acabo de recibir la carta de su excelencia con fecha del 28, por la cual se me informa de la posición que ocupa, mientras yo estoy reorganizando el ejército del general Blake , cuya huida y dispersión sólo pueden ser atribuidas a la falta de suministros. Las pérdidas en todos los ataques desde el 6-7 de Noviembre hasta el 11 no ascienden a más de mil quinientos hombres entre muertos, heridos y prisioneros. Espero que dentro de poco estaremos en posición de hacer algún movimiento, solo aguardo la llegada de zapatos para hacerlos marchar , porque están en el estado más lamentable de desnudez que se pueda imaginar; pero su espíritu no está abatido y alimentándolos bien marcharán otra vez.

Me alegro de que nuestra correspondencia sea regular, y tengo el honor de hacerle llegar una carta que un campesino interceptó a un edecán de un general francés que está en Carrión. Si lo que dice es verdadero, hay que tomar precauciones para hacer nuestra reunión o hacerla adelantar. Es algo que no dejaré de advertirle.

Deseo también que su excelencia me escriba en francés, no porque no entienda perfectamente la escritura en inglés, sino porque ordinariamente se escribe con tanta premura que las palabras se me escapan.

Mientras tanto tengo el honor de saludarle cordialmente , señor general, y le ruego creer en los sentimientos de verdadera amistad con los cuales tengo el honor de ser vuestro perfecto y humilde servidor.

firmado por el marqués de La Romana