Estos cuerpos de milicia portugueses, sin atacar nunca más que las partes débiles del ejército, es decir, las vanguardias, retaguardias, destacamentos, pequeñas guarniciones o los cuerpos aislados, hicieron bastante daño y eran imposibles de destruir debido a su número y al perfecto conocimiento que tenían de los lugares. Una vez dispersados en algún punto, pronto se reunían en otro; agregando en todos los lugares a la gente armada del país. El general Drouet llegó a Leyria, ocupando, con otros cuerpos del ejército francés, el país que se extendía entre el mar y el Tajo, hacia Punhete y Santarem.
El mariscal Massena hizo construir en Punhete un gran número de botes para echar puentes sobre el Tajo, era una tarea difícil en un pais abandonado por sus habitantes y que además siempre había estado falto de recursos. Los cuerpos ingleses que ocupaban Mugem, Almerin, Chamusca y Sào Brito, en la ribera opuesta, viendo todos estos preparativos, construyeron fuertes baterías en su lado.
Era tan necesario a los ingleses impedir el paso del río como a los franceses el pasar; porque la suerte de Portugal y de las operaciones ulteriores de una y otra parte parecían depender de ello. Si el mariscal Massena llegase a pasar el Tajo, forzaría a los ingleses a diseminar sus fuerzas y debilitarlas extendiendo todavía más su linea de operaciones en una y otra orilla del rio. Las posiciones de Torres Vedras, menos protegidas y sin un número suficiente de hombres para defenderlas, podrían haber sido tomadas por un cuerpo de franceses avanzando de Leiría hacia Lisboa, sacrificando algunos miles de hombres. Si, por el contrario, los ingleses concentrasen sus tropas en Torres Vedras, los franceses podrían bajar el Tajo, luego de cruzarlo, asediando la península en que los pueblos de Palmela y Setúbal se encontraban. Del extremo de esa península podrían hacerse con el control de la navegación por el Tajo y hacer pasar hambre a Lisboa. Podían, en breve, desde las alturas de Almada, ver Lisboa y bombardearla.
El 9 de Enero, los mariscales Soult y Mortier llegaron con todas las tropas disponibles del ejército en Andalucía , con la esperanza de levantar sitios a Badajoz y Elvas, forzando a Wellington a diseminar sus fuerzas para defender esta parte de la frontera portuguesa y cooperando así con el ejército del mariscal Massena. Al saber de su acercamiento a las fronteras del Alentejo, los ingleses enviaron tropas frescas, a las órdenes de los generales Hill y Beresford, al Sur del Tajo y los habitantes de esta parte del país se prepararon para desertizarlo para dejar a los franceses sin recursos, de acuerdo con el sistema defensivo que Lord Wellington había seguido en la ribera izquierda con éxito.
El marqués de La Romana envió al general Mendizábal en ayuda de Badajoz con los 10.000 españoles que había emplazado en las líneas de Torres Vedras. El marqués de La Romana ya estaba afectado por la enfermedad que terminó matándolo el 24 de Enero en Cartaxo, vivamente sentido por los españoles y los ingleses, estimado por sus enemigos, por no haber desesperado jamás de la causa de su patria y por haber sostenido la guerra aún en medio de las derrotas, con una actividad y perseverancia que usualmente sólo muestra el ejército conquistador. Los mariscales Soult y Mortier tomaron Olivença el 23 de Enero y luego, el 19 de Febrero, cruzaron el Gevora y el Guadiana, rodearon Badajoz y sorprendieron y destrozaron el ejército español del general Mendizábal en su campamento bajo los muros de esa ciudad.
Mientras tanto el ejército del mariscal Massena había consumido los víveres de la zona que ocupaba a la ribera derecha del Tajo y sus forrajeadores extendían sus excursiones hasta a 20 leguas a la redonda. Una buena parte del ejército se ocupaba de proporcionar sustento al resto y era solamente con grandes pérdidas humanas que obtenían diariamente una subsistencia precaria. El general Junot, habiéndose enterado de que los ingleses habían formado un almacén de vino y trigo en Rio Mayor, se dispone a tomarlo a la cabeza de dos regimientos de caballería y de la infantería de su ejército de la que puede disponer. Los ingleses se retiraron a tiempo y el mariscal fué herido en el transcurso de una escaramuza entre su vanguardia y la retaguardia de los ingleses. La caballería , que debería ser, por decirlo así, los ojos y los brazos de un gran ejército, estando destinada a conseguir y sostener las provisiones, era una carga para los franceses, por su mismo número, a causa de la dificultad de su mantenimiento y además era frecuentemente inútil en un país montañoso atravesado de pasos estrechos y continuamente hostigada por las nubes de milicias y paisanos.
La ira y odio de los paisanos se incrementaba con la prolongación de la guerra, debido a la dureza de las privaciones que tenían que soportar. Los paisanos,incluso los más tímidos, que habían huido a las montañas con la esperanza de vivir en paz, salían de sus refugios por el hambre y la desesperación. Descendían a los valles, se emboscaban en los caminos y esperaban a los franceses en los pasos difíciles para robarles los víveres que venían de saquear. Un paisano en las cercanías de Thomar había elegido como su lugar de refugio una caverna cerca del pueblo y , durante el mes de Febrero, había, con sus propias manos, matado más de 30 franceses que había podido sorprender solos y se había llevado cerca de 50 caballos y mulas.
Las guerrillas en España habían redoblado su dureza a partir de que los franceses emplearan una buena parte del ejército en Portugal. Los jefes de las partidas españolas que , siete meses atrás, no tenían más que unos pocos centenares de hombres bajo sus órdenes, estaban ahora al mando de divisiones formidables y frecuentemente tomaban los convoyes de municiones y víveres destinados al ejército francés de Portugal. Estos convoyes tenían que pasar a través de 200 leguas de un país enemigo levantado en armas contra ellos, antes de poder llegar a su destino. Estos convoyes se componían de muleros requisados en el sur de Francia y de paisanos españoles que difícilmente se exponían al peligro cierto de morir, o perder sus mulas. Estos paisanos escapaban en el momento que tenían una oportunidad, o avisaban a las guerrillas previamente de que debían ser perdonados en sus ataques. La menor negligencia por parte de los escoltas privaba al ejército de provisiones.
A comienzos de Marzo, el mariscal Massena había hecho construir 200 embarcaciones y todos sus preparativos estaban concluidos; pero no podía intentar el paso del Tajo sin haber recibido nuevos refuerzos. Los cuerpos de los mariscales Soult y Mortier no podían proporcionarle ayuda efectiva avanzando hacia el Tajo, hasta la toma de Badajoz que todavía resistía.
El ejército de lord Wellington no había tenido ninguna pérdida de consideración desde el comienzo de la campaña. Acababa de recibir refuerzos de Inglaterra y ahora contaba con cerca de 40.000 efectivos, sin contar con las milicias portuguesas que habían aumentado considerablemente en número, disciplina y efectividad en el combate. El del mariscal Massena, por el contrario, había disminuído diariamente, luego de siete meses de ataques parciales de las milicias portuguesas, escasez de víveres y enfermedades. Constaba ahora de menos de la mitad del número que tenía a su entrada en Portugal.
Esta era la situación de los franceses en Portugal a comienzos del mes de Marzo, cuando un convoy de bizcocho, que esperaban de Francia, fue tomado por los partisanos españoles. A punto de quedarse absolutamente sin víveres, se vieron forzados a pensar en la retirada y abandonaron finalmente Portugal, luego de una campaña de siete meses sin haber librado una sola batalla campal, por la persistencia que tuvo el jefe de los ingleses en seguir un plan por el que había quitado al enemigo constantemente cualquier oportunidad de vencerle, privándole de combatir.
Índice
Mapa de situación:
Ver Acciones entre Portugal y Extremadura en un mapa más grande