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Opiniones sobre el origen de los cagots, parte 5

 La opinión de Court de Gebelin, desprovista de pruebas como está, no nos demorará mucho tiempo; hemos visto antes en que consiste.

 En cuanto a la de Walckenauer, es, como todo lo que hizo el sabio académico, excesivamente ingeniosa; pero fundada sobre una falsa etimología, y caerá en el momento en que demostremos dicha falsedad.

 Pasemos entretanto a los diversos nombres dados a los cagots.

 La opinión más difundida generalmente sobre la etimología de la palabra "cagot" supone que sea la contracción de " Caas Goths", que , en bearnés, significa, "perros godos". Esta etimología, recogida por Fl. de Raemond, es adoptada por P. de Marca, Millin, Deille, du Mège, X. Durrieu y otros escritores. Scaliger, en su primera " Scaligerana" , hace venir "cagot" ( que el escribe "cagoth") de "Canis Gottus" ("Primera Scaligerana, nunca antes editada, con prefacio de T. Fabri..."; Groninga, 1659, pág. 4) y J. A. de Zamacola ve el origen de esta palabra en el vasco "Gauhotes", cuyo significado es bien diferente ("Hagotes ó Cagotes es voz Basca derivada de la palabra "Gauhotes"que significa los de los despoblados ó argomales de la noche, esto es, los habitantes de las montañas despobladas de la parte de Francia, sin domicilio ni vecindad". "Historia de las naciones Bascas", tomo III, p. 213,214, nota 33).

 Fl. de Raemond considera la palabra "capot" como una alteración de "cagot" y conjetura que el nombre de los Gahets, puede venir de una secta de herejes del siglo VI. No hay nada, incluso el nombre de "Chretiens", dado a los cagots, que no le confirme en la opinión de que sus ancestros habían sido apartados del resto de los fieles a causa de la herejía en la que cayeron ("También observé que en muchos lugares se les llama "Chrestiens", lo que ocurre a mi parecer, por tanto como han hecho siempre los herejes, como observó  San Jerónimo de los Luciferianos [N.T: Los luciferianos eran seguidores de Lucifer de Cagliari (San Lucifer para algunos), que en el siglo IV, provocó un cisma en la Iglesia por no aceptar a los obispos arrianos readmitidos en la comunión católica. A ellos era a quienes podía referirse San Jerónimo, como contemporáneo, aunque no se consideren propiamente herejes. Hay una herejía llamada "Luciferiana" más reciente (siglo XIII), que se dice catarista (según la acepción de "cátaro" como "puro" ) perseguida por la inquisición alemana . Hay que destacar aquí que los llamados "cátaros" o "albigenses" se llamaban a sí mismos "buenos cristianos"o " buenos hombres", no "cátaros"]  y San Agustín de los Donatistas [N.T: seguidores de Donato, obispo del siglo IV, considerados herejes] y en nuestros tiempos los puritanos: Estes godos se dijeron los verdaderos cristianos, nombre que la gente dejó a estes capots, sea por burla o por costumbre, estando los verdaderos cristianos contentos de retener el famoso y victorioso nombre de "católico". Se les llama también "gahets": puede que sean de esta raza de herejes de los que habla nuestro emperador Justiniano, en el título " de haereticis", que el llama  "Gazaros"[N.T:" Cubrimos de perpetua infamia, atacamos y prohibimos a los gazaros, patarenos, leonistas, speronistas, arnoldistas, los circuncisos y todos los herejes de ambos sexos, bajo cualquier nombre que sean designados. Ordenamos que sus bienes sean confiscados, y que jamás les sean restituidos; que sus hijos no puedan heredarlos, porque es un crimen mucho peor ofender a la divinidad que a una majestad temporal...Ordenamos que ningún hereje ni judío sea recibido para testimoniar en juicio contra los ortodoxos, sea una de las partes ortodoxa o que lo sean todas. Acordamos a los herejes o judíos que puedan pleitear entre ellos y hacer oír cada uno, de los testimonios de su religión, que deben sin embargo ser dignos de darlo. No obstante exceptuamos a los maniqueos y borboritas que ciertamente son parte de esta última secta y a los paganos; exceptuamos además a los samaritas y los que se les asemejan, los montanistas, los tascodrogitas y ofitas, a quienes todo acto legal les es prohibido, por la similitud de sus crímenes... Constantinopla, año 532, 5 de Agosto". Hay referencias en internet sobre los Gázaros y su imperio judaico, pero, a falta de referencias verificables de la época, (el más reciente conseguido es del año 1903) se pone el enlace a una de las actuales: khazars]" El anticristo , cap. 41, pág. 549).

 Bosquet deriva la palabra "capot" de "capo" que viene a decir "capón" o  "castrado", en bajo latín, o de "capus" que significa para los autores de la Edad Media , entre otros el Obispo Teodulfo de Orléans, "á capiendo".

 Pierre de Marca , queriendo explicar el nombre de los cagots, no encuentra nada más verosímil que proponer " sino que  se les hacía ese reproche para burlarse de la vanidad de los Sarracenos, que habiendo remontado las españas, ponían entre sus cualidades la de vencedores de los godos...Pretendiendo pues (añade él) darles el título de su jactancia, calificándolos de perros o cazadores de godos, por significado activo....Si no se es más proclive a creer que es un viejo reproche  y término de menosprecio tomado del convicio de "concagatus" , del que se hace mención en la Ley Sálica". Don Miguel de Lardizabal toma éste último partido ("Otros, a mi ver más probablemente, piensan que se tomó de "Concagatus", término vilipendioso, de convicio, y de denuesto, con que la Ley Sálica so pena de multa prohíbe insultar a otro." , "Apología por los agotes", p. 9, 10).

 Le Duchat no duda que los cagots o capots del Bearn no hayan sido llamados de tal suerte a causa de las "capas" de este país, que estaban obligados a llevar puestas siempre, cuando aparecían en público. "Y como los Sarracenos, añade, reinaron largo tiempo en España, de allí viene también el reproche que se hace a los españoles de sentir su mal olor corporal" (Diccionario etimológico de la lengua francesa, por M. Ménage, edición de 1701, tomo I , p. 284, art. "cagot"). A. F. Jault toma del latin "cacatus" la etimología de "cagots", que , dice él, es la misma que la de "caqueux" (Ibídem, p. 204, art. "caqueux").

 Recordemos que Vanque Bellecour, del que ya hemos citado su panfleto contra los cagots de Monbert, imagina la siguiente etimología para la explicación del nombre de "gezitains"; el asegura que " la palabra Yezite está compuesta de aquella de "Yezith", gran Emir, o Califa de los Sarracenos."  . Como hemos demostrado antes, si los cagots fueron designados con el nombre de "gezitanos" , no es más que en algunos documentos relativamente recientes y por una extensión viciosa del nombre de "gitanos", que pertenecía exclusivamente a los Egipcianos o Bohemios.

 Borel , que escribió en 1655, pero cuyo "Tesoro de investigaciones y antiguedades galas y francas", impreso por primera vez ese año, ha sido reimpreso luego en el Diccionario de Menage, nos deja libres de buscar la raíz de "cagot" sea en el griego, sea en una lengua, pero no sabría decir cual, que posea la palabra "agotes" con el sentido de sarracenos, o de adoptar la etimología bearnesa puesta en circulación por Fl. de Raemond y más aún por P. de Marca. ("CAGOT, et bon, de "caasgoths", es decir perros godos, según de Marca; o de "agotes" sarracenos. Significa también un leproso: y cagotería, lepra: porque hay un juramento del señor de Bearn, en el libro de los "Oficios de Francia", donde se ven estas palabras que lo prueban: Caperaas, Espitalées ny Cagots , no pagaran Talhas, etc." [N. T: En castellano "tallas", tributaciones reales, impuestos que se percibían como fogaje y como pagos por la seguridad de los vasallos de un reino. Componían del 25% al 60% de los ingresos del reino]. Y más abajo: "Las Gleisas et Cagotariez". De ahí pudo haber venido el apelativo de "leproso capot". "Diccionario de términos del viejo francés", París, 1750, pag. 34. El juramento del señor de Béarn citado en este pasaje no es otra cosa que los Fueros y costumbres de este país, en los cuales el primer epígrafe se expresa así: "El juramento del señor de Bearn". Véase además, "Tres libros de los Oficios de Francia" por el Sr E. Girard, "...El todo verificado..." por Jacques Joly, etc. París, 1638 dos volúmenes in-folio ; tomo I , libro I, título 62, pág. 597).


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